Portal Cultural de Camagüey

sábado, mayo 18, 2024

Breve historia de la provincia de Camagüey

El territorio de la actual provincia de Camagüey estuvo habitado antes de la conquista y colonización europea por los primitivos pobladores de las Antillas, presumiblemente descendientes de un tronco étnico común suramericano.

Esta región estaba dividida en tres zonas, bajo el control de los cacicazgos de Camagüei o Camagüeybax, Camaguayo y Guáimaro, donde se detectaron dos grupos aborígenes: pre-agroalfareros y agroalfareros.

En el año 1492, con la llegada de los españoles, cambió el sistema de vida en esa región.

Comenzó el maltrato y la violencia, lo que provocó la extinción de sus moradores.

La Villa fue fundada en el año 1514, en Punta del Guincho, con el nombre de Santa María del Puerto del Príncipe. En el año 1516 se trasladó hacia las márgenes del río Caonao, luego alrededor del año 1528, hacia el pueblo indio de Camagüei, en el centro del territorio, donde alcanzó su ulterior desarrollo.

En poco tiempo, la ganadería se convirtió en la principal fuente de riqueza, y con el auge de la producción pecuaria se inició un intenso comercio de contrabando con navegantes de las antillas inglesas, francesas y holadesas, que burló al monopolio comercial impuesto por la metrópoli española y que fue un elemento determinante en la creación de considerables niveles de riqueza para la epóca.

Un incendio provocado por esclavos sublevados, en el año 1616, arrasó con la Villa, pero pronto se recuperó. Luego, filibusteros ingleses y franceses atacaron y saquearon la localidad en 1668 y 1679, respectivamente.

A mediados del siglo XXIII, el obispo Morell de Santa Cruz, decía que Puerto Príncipe había alcanzado gran desarrollo y describía al pueblo con sus 1506 casas, que se caracterizaban por la buena construcción y el predominio de las edificaciones uniplantas.

La imagen de Puerto Príncipe en esta época es la de una población próspera con una economía sólida. Las construcciones religiosas, militares, gobernativas y domésticas marcaban el sello de la riqueza.

El Rey de España Fernando VII considerando la cantidad de habitantes y la importancia económica de la villa de Puerto Príncipe, le concedió el título de Ciudad y el uso del escudo de armas, el 12 de noviembre de 1817.

El desarrollo económico alcanzado por la ganadería, algunos renglones agrícolas el auge azucarero con las instalaciones de los trapiches, condujeron a la creciente evolución de la manufactura de la industria.

Al mismo tiempo, la alfarería alcanzaba un importante desarrollo en la industria artesanal, mediante al aprovechamiento del abudante caudad de arcilla de los suelos de la localidad.

Habían transcurrido varios siglos y el régimen colonial auspiciaba el desarrollo interno del país.

En al Villa, una generación de criollos crecía en la abundancia económica. Estos hacendados deseaban dominar el poder político; apenas la metrópoli española se percató del peligro que esto arraigaba, comenzó a reprimirlos con violecia, lo que condujo a la inconformidad y rebeldía de sus habitantes.

Al inicio de la Guerra del 68, los camagüeyanos respondieron al llamado de la Patria y su territorio fue escenario de las luchas libradas durantes ese siglo.

La Villa fue pródiga por sus valerosos hombres incorporaqdos a la lucha por la independencia, entre ellos: Ignacio Agramonte, Salvador Cisneros, Javier de la Vega y otros muchos, pertenecientes a una clase social rica y culta.

El 9 de junio de 1903, Santa María del Puerto del Príncipe pasaba a ser un patronímico para la historia; pues se tomaba el acuerdo oficial de cambiar su nombre por el de Camagüey.

Varias generaciones se enfrentaron a los gobiernos sucesores. Una lista heroica de hermosas vidas lleva impresa la historia de Camagüey, entre las que sobresalen: Enrique José Varona, Mario Aróstegui, Cándido González, Alfredo Alvarez, Tomás Grant, Luis Serrano y otros ilustres combatientes.

Con el triunfo de la Revolución, Camagüey comienza su transformación socio-económico y política, materializada en su desarrollo industrial, agrícola y en otras ramas, que la ubican en un lugar cimero, entre las ciudades de la Isla.

El 10 de octubre de 1978, se declara el casco histórico de la ciudad Monumento Nacional. Camagüey crece a un ritmo acelerado como resultado de las transformaciones que a través de los años se han logrado.

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Biblioteca Provincial de Camagüey

Ubicada en: calle Salvador Cisneros 177. En el lugar que hoy ocupa esta moderna edificación de estilo neocolonial se encontraba en la tercera década del siglo XVIII la casona del regidor Jacinto Manuel Hidalgo Agramonte.

El 31 de enero de 1827 nació en este lugar Francisco Sánchez Betancourt, notable patriota y diputado a la Asamblea Constituyente de la República en armas en 1869.

La casa perteneció al Marqués de Santa Lucía Salvador Cisneros Betancourt. Aquí radicó la Sociedad Filarmónica de Puerto Príncipe, más tarde El Casino Español y finalmente el Liceo de Camagüey. En junio de 1963 pasó a ser la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella.

En la cuarta década del siglo XX fue demolida la antigua edificación, y fue levantada nuevamente una moderna estructura de influencia neocolonial. En 1961 en su interior fue mostrada al público una exposición de armas y diversos objetos capturados a los mercenarios en Playa Girón.

Posee una magnífica cubierta de tejas criollas en excelente estado de conservación.

El inmueble es de dos niveles. Cuenta con un portal jerarquizado con tres arcos de medio punto. El vestíbulo visto en planta, sigue la silueta de un tinajón camagüeyano, conduce éste hasta la escalera que va al segundo nivel.

Es característico el patio interior, heredado de la arquitectura colonial, pero con un carácter nuevo. En su centro se colocó una fuente de agua. El espacio como tal se va conformando con arcos mixtilíneos, isabelinos, cerrados con vitrales y persianas francesas y que permiten el acceso a los diferentes locales.

Es considerado uno de los más importantes lugares históricos de nuestra ciudad por donde han pasado muchas notables figuras entre ellas, Enrique José Varona, Amalia Simoni, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Juan C. Nápoles Fajardo, José Ramón Betancourt, el generalísimo Máximo Gómez y Dulce María Loynaz.

Autor: Adelante Digital

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Edificio del Banco Nacional de Cuba

Ubicado en la calle Salvador Cisneros #224. Majestuoso edificio construido en la segunda década del siglo XX, destinado a agencia bancaria y uno de los primeros en ese estilo concluido en el recinto urbano más antiguo de la ciudad.

Años más tarde fue inaugurada otra edificación similar, la cual quedó enclavada fuera de la ubicación original de la otrora villa puertoprincipeña.

De ahí su monumentalidad, dada por un eclecticismo neoclásico, donde resaltan las columnas pareadas de orden compuesto y el clásico frontón triangular que jerarquiza la entrada. Remata el edificio una balaustrada. Los pisos del acceso y la escalinata son de terrazo integral.

Estos elementos neoclásicos en la fachada son usados simbólicamente como anuncio de garantía y seguridad para sus clientes.

En la fachada del edificio se observan pilastras pareadas adosadas a la pared y frontoncillos triangulares los cuales rematan las ventanas.

Autor: Adelante Digital

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Ayuntamiento de la Ciudad

Actualmente, Asamblea Municipal del Poder Popular. Ubicado en Salvador Cisneros # 201. Uso original: Ayuntamiento, Uso actual: Poder Popular Municipal.Desde 1528, aproximadamente en el mismo lugar ha permanecido una de las más importantes edificaciones de la antigua villa del Puerto de Príncipe hoy Ciudad de Camagüey.

Sede originalmente del Cabildo posee varios destinos pasando por el Ayuntamiento, Casa Consistorial y en el período revolucionario se ubicó aquí la Junta Central de Ejecución e Inspección (JCEI), Poder Local y en la actualidad Asamblea Municipal de Gobierno.

La edificación ha sido sometida a varios cambios en su arquitectura original. Conserva desde los siglos XVII y XVIII algunos componentes y partes originales como son un fragmento de un viejo muro de mampostería integrado por rafas (piedras), tierra, cal y arena, entre otros.

En su segundo nivel se puede apreciar la carpintería original de madera preciosa del salón de sesiones. En este último fue expuesto en septiembre de 1907 el cadáver de la capitana del ejército libertador Rosa Castellanos Castellanos, natural de Bayamo.

En las pasadas centurias y formando parte del antiguo Cabildo se ubicaban, el almacén de la pólvora, cuartel de infantería, la cárcel y otras dependencias.

El legendario edificio está estrechamente ligado a todo el acontecimiento político, económico y social de la villa de Puerto Príncipe y su jurisdicción desde el siglo XVI hasta la actualidad.

La fachada primitiva ha sido totalmente modificada; sin embargo conserva parte de la fachada que da al patio, en la que se aprecian los arcos y la galería de la planta alta. En 1907 se cambió su fachada por la que muestra actualmente, mientras que en el interior se conservan aún elementos originales coloniales.

La fachada actual es de carácter ecléctico con detalles Art Nouveau en sus balcones y remates de ventanas y puertas.

En su interior la crujía principal tiene arcos de medio punto en alineación con la galería y ésta posee análogos que miran al patio.

Los entrepisos de madera del zagúan, crujías principales, galerías, etc. son originales y se componen de viguetas y tablas con tapajuntas estriados de buena hechura y escuadría.

Dicha viguería descansa sobre una solerilla moldurada con series de pirámides. El acceso a la planta superior se realiza por medio de una escalera claustral que desemboca en la galería principal.

Distingue esta planta el techo de armadura de filiación mudéjar.

Autor: Adelante Digital.

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Asamblea de Guáimaro

Con orgullo los cubanos conmemoran el nacimiento de la República de Cuba en Armas, ocurrido el 10 de abril de 1869, en el poblado camagüeyano de Guáimaro.

Los hechos ocurridos en el hasta ese momento casi desconocido pueblo intermedio entre Camagüey y Oriente, entonces bajo dominio de los revolucionarios –razón que determinó que fuese el lugar seleccionado por los mambises para efectuar la reunión o constitución de un único poder representativo– han sido objeto de muchas valoraciones; primero, por sus mismos protagonistas, después, por los continuadores de la lucha en una nueva gesta independentista y por historiadores que pretendían explicarse las causas de los reveses y victorias de los cubanos.

A Guáimaro llegaron los combatientes por la libertad, aunque bisoños en la lucha, conscientes de que para el logro de sus objetivos era imprescindible la unidad revolucionaria, por muchas razones experimentadas ya en ese momento. La ofensiva española comandada por Valmaseda en Oriente había obligado a los patriotas de aquella región al repliegue, era necesario coordinar todos los esfuerzos en el plano militar y presentarse al mundo como con un solo gobierno de todos los que estaban dispuestos a separarse de España.

Era la primera muestra de una forma que ha prevalecido entre los revolucionarios cubanos de todos los tiempos para resolver, en bien de la Patria, las diferencias desde los puntos de vista estratégicos y tácticos en la lucha por la independencia y la liberación nacional.

Los patriotas redactaron y adoptaron una constitución con postulados de los más radicales para aquel entonces. Estuvieron convencidos de que la nación cubana era para toda la isla y no para un aparte de ella. Como demostración de la radical oposición a todas las formas coloniales, crearon una república basada en el ciudadano y el derecho de todos a elegir y ser elegido.

En este aspecto, es importante detenerse en el artículo 24 donde se afirma «Todos los ciudadanos de la República son enteramente libres.» Era el preámbulo legal para la abolición de la odiosa esclavitud del hombre negro y el otorgamiento de los derechos de que gozara el hombre blanco, requisito esencial para la formación del pueblo cubano. Solo cuando blancos y negros fueran iguales ante la ley y la práctica social, existiría un verdadero pueblo y un sentimiento nacional arraigado que haría invencible a la Nación.

En la Asamblea brilló el joven Ignacio Agramonte y Loynaz, junto a Antonio Zambrana, en la defensa de la república; y qué decir de Carlos Manuel de Céspedes, aquel venerable que se sentó a la mesa a compartir el poder que se había dado, y ganado, en la alborada del 10 de octubre.

En la tercera sesión, el 11 de abril, por mayoría de los asambleístas fue asumida la bandera de la estrella solitaria como símbolo nacional; le siguió la elección de la Cámara de Representantes. La primera decisión de esta, ya constituida, fue otro ejemplo de unidad; disponer que la bandera de Bayamo, parte del tesoro de la República, también presidiera las sesiones de la Cámara. Ahí está, a los 140 años, en la Asamblea Nacional del Poder Popular.

La elección del presidente de la República recayó en Céspedes, quien después de un breve discurso, se desprendió las insignias militares de su traje y las puso a disposición de la Cámara.

Durante esos días se sucedían las demostraciones públicas de patriotismo y la mujer no fue olvidada. La camagüeyana Ana Betancourt Agramonte –y no de Mora, apellido que llevaría por su esposo Ignacio, patriota de activa participación en la lucha desde noviembre del año anterior– coronó los ideales de la Patria que se quería hacer cuando expresó:

«Ciudadanos, la mujer en el rincón oscuro y tranquillo del hogar espera que una revolución nueva rompa su yugo y le desate las alas […] Aquí todo era esclavo; la cuna, el color y el sexo. Vosotros queréis destruir la esclavitud de la cuna peleando hasta morir. Habéis destruido la esclavitud del color emancipando al siervo. Llegó el momento de libertar a la mujer.» (1)

Es verdad que la primera República en Armas, emanada de un hervidero de revolución, derechos y libertades, no se avenía, en mucho, a las prioridades de la guerra, pero marcó el inició de hermosas tradiciones de luchas y virtudes de los líderes y los revolucionarios cubanos, el apego a las leyes y a los principios democráticos, el respeto al hombre, compañero de lucha o enemigo prisionero, virtudes que llevamos orgullosos.

Guáimaro continuó siendo sede de los poderes revolucionarios y noticia diaria en los periódicos integristas de La Habana que exigían a las autoridades coloniales operaciones militares contra los «asesinos e incendiarios», como llamaban a los insurrectos que se habían levantado en armas.

En el mes de mayo, los patriotas creyeron, con razones, que los españoles preparaban fuerzas para recuperar el poblado y prefirieron entregarlo a las llamas ante que el enemigo pudiese mostrarlo como prenda de la debilidad de la revolución. El día 10 del propio mes, en la mañana, en la plaza pública se acopió todo lo que pudiera servir de combustible y comenzó el incendio que se fue extendiendo a otras partes del pueblo.

José Martí, en uno de sus escritos, reflejó el simbolismo de Guáimaro al escribir: «[…] y cuando cerró la noche, se reflejaba en el cielo el sacrificio. Ardía, rugía, silbaba el fuego grande y puro; en la casa de la Constitución ardía más alto y bello.(2)

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Notas

1. Nidia Sarabia: Ana Betancourt Agramonte. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1970, p 59.
2. José Martí: Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. t 4, p. 389.

Autor: MsC. Ricardo Muñoz Gutiérrez, Tomado de www.ohcamaguey.co.cu

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Arquitectura y urbanismo en Camagüey

En Camagüey las edificaciones tienen un marcado acento de los terratenientes de la época, son construidas con ladrillos, constan de techos de tejas de barro, tienen una sola planta y un puntal moderado. Estas casas tenían el techo en una sola corriente, altísimo en la sala, bajando en declive hasta el puntal que daba al patio, que por lo general era muy bajo.

La tipología habitacional es diversa: casas para los terratenientes y colgadizos para los más pobres. El patio era el elemento fundamental de la distribución, casi siempre central.

La estampa de aquellos patios, que aún se conservan intactos en numerosas casas, logra el buscado objetivo de tranquilidad y frescura, en una atmósfera de humedad y sombra.

Las fachadas se distinguen por el guardapolvo, que puede ocupar todo el frente o jerarquizar la entrada principal, con aleros que corren a todo el frente. La puerta es gigantesca, claveteada, con postigos, y va flaqueda por un par de lisas «pilastras» que no llegan al suelo –de donde se deduce su función decorativa– las cuales después ocuparon todo el puntal.

Las ventanas sobresalen por sus preciosas balaustradas de madera, que la modernidad reemplaza con la herrería del siglo XIX, para ofrecer mayor iluminación y seguridad a los espacios que se van haciendo mayores.

En la provincia de Camagüey existían graves dificultades con el abasto de agua, por lo que los alfareros encontraron una magnífica solución: las ventrudas tinajas que se utilizaban para almacenar aceites y vinos sirvieron para guardar agua de lluvia limpia y fresca.

El tinajón colocado bajo los chorros de las canales, que recogían la lluvia de los tejados, llegó a convertirse en un objeto imprescindible en cada patio camagüeyano, lo que conllevó a que le nombraran «La ciudad de los Tinajones».

Las callles se caracterizan por ser estrechas y tortuosas, con presencia de callejones, abundantes plazas y plazuelas.

Entre las plazas están: Plaza San Juan de Dios, Plaza del Carmen, Plaza de Armas (hoy Parque Agramonte), y Plaza del Cristo, todas de interés.

Entre las edificaciones de tipo histórico-cultural están: la Casa Natal de Ignacio agramonte (Monumento Nacional), la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen (de influencia barroca, concluida en 1825), el Palacio de Justicia (sede de la Real Audiencia, construida a mediados del siglo XVIII), el Teatro Principal (inaugurado en 1850), la Casa Natal de Gertrudis Gómez Avellaneda, y La Casa de la Cruz Grande (donde se dice se fundó la ciudad).

En Camagüey encontramos, también, el callejón más estrecho de Cuba, denominado La Funda del Catre.Autor: Héctor Juárez Figueredo.

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Arqueología en Pueblo Viejo de Nuevitas

Análisis sobre investigaciones arqueológicas practicadas en el pasado en Pueblo Viejo de Nuevitas, relacionado por algunos con el primer asentamiento de la actual ciudad de Camagüey, a la luz de de nuevas propuestas teórico metodológicas.La ciencia arqueológica en Cuba está viviendo momentos revolucionarios, a partir de una crisis en el manejo de los marcos teóricos de referencia, que son pertinentes para la estructuración lógica de los procedimientos de obtención y análisis de datos. Sin embargo, en la literatura especializada son muy escasos los trabajos que abordan desde una auto-reflexividad disciplinar las construcciones investigativas que nos precedieron.

En este trabajo se pretende abordar el entendimiento de ciertas prácticas que en el pasado tenían sentido para sus autores, en virtud de los propósitos, tareas y argumentaciones teóricas, que funcionaron como un conjunto de significaciones interrelacionadas dándole coherencia a determinados planteamientos. Por tanto el esfuerzo se concentra en reflexionar con el propósito de re-plantear itinerarios alternativos a los utilizados hasta el momento, y ofrecer posibilidades a la investigación arqueológica sobre la base de representaciones teórico-metodológicas ineludiblemente críticas desde el presente. (1)

El análisis esta dirigido a la manera en que los estudios (actividades) arqueológicos en Pueblo Viejo de Nuevitas (realizados por investigadores legitimados institucionalmente que pertenecían en su momento a una comunidad disciplinar particular), establecieron (manejaron) sus referentes en tanto realidad conceptual, objetivándolos en protocolos de toda clase que han llegado hasta nosotros.

Interesa aquí por tanto explicitar, en primer término metodológico, que el propósito articulador de los trabajos investigativos, fue demostrar a través de la Arqueología con un convencimiento fundamentado por tradición y sentido de pertenencia, de que el sitio en cuestión correspondía al primer asentamiento de Santa María del Puerto del Príncipe, una de las primeras siete villas cubanas, fundadas en el proceso de conquista y colonización de la Isla a principios del siglo XVI, correspondiente a la actual ciudad de Camagüey.

Estos estudios señalaron, durante los años sesenta y setenta, la ubicación del asiento primigenio en Punta del Guincho, Pueblo Viejo, Valle del Chorrito de «Lázaro Pinto» al este de la actual ciudad de Nuevitas, cuestión que marcó una emergente tradicionalidad sobre la problemática, dejando muy pocas dudas en cuanto a su localización geográfica. (2)

Hoy en día se utilizan estas tres denominaciones para referenciar el antiguo asentamiento, más en lo que se conoce como Punta del Guincho, a unos 500 m del sitio Pueblo Viejo o Valle del Chorrito no existen evidencias arqueológicas coloniales ni aborígenes, aspecto que ha generado no pocas confusiones.

El sitio de Pueblo Viejo de Nuevitas se encuentra al sur de la península de Pastelillo, en el perímetro septentrional de la bahía, a unos 3 km de la ciudad. Está situado en un pequeño valle de unos 200 m de ancho y 400 m de fondo, abierto al mar por el sur entre las alturas del Vigía al oste y la del Fuerte El Soberano por el este, las que cierran el valle en dirección norte.

De manera especializada el Departamento de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba, realizó las primeras exploraciones con el interés de registrar huellas significativas sobre el primer asentamiento. En 1962 estas se concentraron en el lado noroeste de la bahía, donde Ernesto Tabío Palma, entonces director de dicho departamento, dirigió el comportamiento de algunos cateos en la zona de Pastelillo, pero sin resultados positivos. (3)

En octubre de 1963 el ciclón Flora azotó toda la zona de la Bahía de Nuevitas, originándose grandes descaramientos en las alturas del Vigía y la del Fuerte El Soberano; tiempo atrás, en éstas elevaciones se habían realizado, en la porción sureste, algunos cortes con vista a nivelar el terreno para el establecimiento de la vía férrea que va de Nuevitas a Pastelillo.

Estas actividades dejaron escarpados aproximadamente de hasta 20 metros de altura, susceptibles de derrumbes. Durante los trabajos de limpieza de la vía, que se prolongaron hasta los meses de junio y principio julio de 1964, aparecieron las primeras evidencias de material colonial en la pendiente sureste de la loma del Vigía, en casi ciento cincuenta metros en dirección al Chorrito.

Entre ellas se mencionan un cañón y muchos fragmentos de platos, botellas, pedazos de barro y hierros antiguos. En los días comprendidos entre el 15 y 17 de julio de ese año, Rodolfo Payarés (4) exploró el lugar y entrevistó algunos ancianos que le dieron señales de un cementerio que no pudo encontrar.

Durante este tiempo prospectó las alturas próximas al valle, en una de ellas identificó restos de cimientos y muros de piedra con argamasa de arena y cal, pertenecientes a un antiguo fuerte que midió y luego reportó en un informe relativo a estas actividades. En el informe comunica en forma detallada a Ernesto Tabío, haber colectado «una buena cantidad de fragmentos de porcelana, cerámica con vidriado polícromo, cristales con pátina antigua, pedazos de metal, etc, todo al parecer de factura colonial y de los siglos XVII y XVIII». (5)

Las circunstancias propiciaron que de forma paralela a las labores de exploración, se llevaran a cabo excavaciones en el sitio, dirigidas por Payarés y apoyadas por el Sectorial de Cultura del municipio. Estas se localizaron en el valle que se extiende entre las dos elevaciones, a unos 60 metros del área de los primeros hallazgos y a una distancia media entre la vía férrea y el mencionado Chorrito (ojo de agua), donde Payarés había observado, en medio de la tupida vegetación, una pequeña elevación que le pareció podría ser un montículo residual arqueológico.

Este asunto fue comprobado inicialmente con una cala de prueba, ampliándose posteriormente a 1 por 1, 5 m y 0, 60 m de profundidad. En ella se colectaron varios fragmentos de cerámica indígena, asociada por arrastre en las capas superiores, (6) con algunos fragmentos coloniales del siglo XVIII y principios del XIX, así como una buena cantidad de restos alimenticios y una concha perforada. Esto propició la decisión de abrir dos trincheras paralelas de 2 por 2 m con cuatro secciones incluidas y una profundidad máxima de 0, 30 m, a estratigrafía artificial (7) de 0, 25 m, en la que siguieron apareciendo, coligados a partir del segundo estrato, lo que se identificó como una bala de mosquete, un peso de piedra, cerámica colonial (siglos XVIII – XIX) y cerámica aborigen de la consabida tradición Subtaína, además ladrillos de pequeño tamaño al parecer del siglo XVIII.

Payarés consignó en su informe haber encontrado un sitio aborigen cronológicamente anterior a la ocupación hispana. Tiempo después Ernesto Tabío y Estrella Rey en el libro Prehistoria de Cuba refieren que en las exploraciones efectuadas en 1964 se localizó «en un vallecito costero, muy cerca de Punta del Guincho, restos de una población colonial de fines del siglo XVIII; por debajo de estas evidencias se encuentran varios pequeños residuarios aborígenes que contenían fragmentos de vasijas de barro y de burenes, así como algunos instrumentos de piedra y de concha.» (8)

Cuando Payarés, el 1 de julio de 1964, se disponía a realizar los reconocimientos en el terreno, Enrique Cirules le mostró un hacha típica aborigen y algunos fragmentos de cerámica que había encontrado en sus caminatas; este hecho lo predispuso probablemente a encontrar un asentamiento aborigen. (9)

No obstante, lo determinante en este asunto en particular es la propia perspectiva investigativa como se verá más adelante. Por el momento es problemático admitir la existencia de un yacimiento que posea huellas precontacto, pues no se puede hablar de una unidad estratigráfica antropogénica explícitamente Aruaca, porque esta no ha sido registrada en ninguna de las excavaciones.

Se sabe que en noviembre de 1967 Payarés dirigió una exploración y recogida de material arqueológico en el antiguo embarcadero de la Guanaja, en la costa norte de Camagüey, término municipal de Esmeralda, pero hasta la fecha (2007) no se ha encontrado ningún informe que exponga los resultados. La importancia de este trabajo radica en que el antiguo embarcadero de la Guanaja también se ha señalado como posible primer asentamiento de la villa de Puerto Príncipe. (10)

En 1973 el citado Departamento de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba efectuó la prospección y excavación del sitio Pueblo Viejo, con el objetivo de corroborar las suposiciones históricas surgidas sobre el primer asentamiento de la villa a raíz de los trabajos de 1964. En estas actividades participaron Lourdes Domínguez (11) y Jorge Calvera, (12) con la colaboración del círculo de interés científico–técnico de Arqueología de la Escuela Vocacional de Vento.

Según el informe, se realizaron calas de prueba en un área del valle de 20 por 12 m a norte franco, y la excavación por trincheras muy próximas al Chorrito, de un bloque de 4 por 4 m a 4 secciones de 2 por 2 m; con estratigrafía artificial y una profundidad de 0, 60 m.

En esta ocasión se volvió a recuperar material colonial del siglo XVIII y XIX, mezclados con conchas y moluscos terrestres, cerámica aborigen y algunos fragmentos cerámicos del siglo XVI. Este último material hizo que cobrara sentido la posibilidad de que hubiera razón en las conjeturas que Payarés había construido, a partir de sucesivas visitas al sitio. (13)

El arqueólogo desarrolló la hipótesis de que la villa de Santa María había sido fundada por las huestes de Diego Velázquez en Pueblo Viejo en 1514, basándose en las siguientes razones:

* el material aborigen que exhumó en la excavación de 1964, y que tomó como evidencia directa de un asentamiento habitacional precontacto, puesto que los conquistadores hispanos no fundaban sus villas en sitios despoblados.

* la existencia en el lugar de Ojo de Agua, antiguamente llamado El Chorrito de Lázaro Pinto, lo cual daba posibilidades -aunque extremas- de condiciones para la vida humana, en contraste con la escasez de agua en toda la zona y la característica poco fértil de los suelos. (14)

En ese sentido conviene apuntar que las precipitaciones en la zona se producen con una media anual entre 800 y 1000 mm3, donde del 60 % al 85 % cae en tiempo de lluvia (Marzo – Junio) (15) por lo que todo grupo humano para la vida permanente de forma inmediata debía estar sujeto a fuentes fluviales prácticamente todo el año, hasta que desplegara técnicas de almacenamiento de agua de origen fluvial y pluvial.  El río Saramaguacán, todavía navegable algunos km tierra adentro para embarcaciones de muy poco calado (menos de 0, 50 m), es la más importante fuente de agua en toda la región. Su desembocadura en la bahía dista de aproximadamente unos 16 km por tierra y 8 km por mar del lugar en cuestión, pero el agua potable (entiéndase con poca salinidad) se encuentra 1, 5 km río adentro.

* la accesibilidad marítima óptima para los navíos de esa época, de muy poco calado, los que pudieron fondearse aproximadamente a cien metros del litoral, donde las profundidades son de hasta 11 pies a esa distancia

* la tradición sostenida por buena parte de la historiografía, de considerar la fundación de la villa en la zona de Punta del Guincho. Aunque reconoce que en el mismo lugar para el siglo XVIII existía un poblado con el calificativo de Caridad del Guincho, o sea que entonces cabría preguntarse a qué Pueblo Viejo se refiriere, si al de Santa María o al de San Fernando, o quizás a los dos.  Téngase en cuenta que la historiografía ha puntualizado que en 1774 – 75 se conocía en el sitio una exigua población dedicada fundamentalmente al comercio,(16) cuna de la futura ciudad de San Fernando de Nuevitas, por lo que es presumible que el nombre de Pueblo Viejo remita al antiguo asentamiento de Nuevitas y no al de Puerto Príncipe.

Según Ricardo Rousset, después del huracán de 1821 los habitantes de Caridad del Guincho –actual sitio Pueblo Viejo– junto con algunos pobladores de Bagá y San Miguel ocuparon la parte suroeste de la ensenada del Guincho, lugar de la actual ciudad, y que en 1824 se conocía con el mismo nombre de Caridad del Guincho.(17)

Sin embargo cualquier consideración al respecto no es pertinente para la cuestión que se plantea, puesto que el espacio urbano de la ciudad de Nuevitas no ha sido objeto de investigaciones que ofrezcan evidencias susceptibles de contrastación arqueológica.

En diciembre de 1976 el Departamento de Monumentos de la Dirección de Museos y Monumentos del Consejo Nacional de Cultura realizó labores de campo en Pueblo Viejo. La dirección estuvo a cargo de Rodolfo Payarés y tomaron parte en aquella ocasión la historiadora Ángela Peña, y los arqueólogos Rafael Valdespino y Jorge Calvera, con la cooperación de dos entusiastas nueviteros, Martín Hernández y Manglio Serrú.

Se excavaron 3 trincheras, con orientación norte al lado de las excavaciones de 1973, una de ellas (la número 2) resultó estéril, por lo que se abandonó inmediatamente. El trabajo se organizó por secciones profundizándose por capas estratigráficas artificiales de 0, 10 m. (18)

La profundidad máxima fue de 1, 15 en la trinchera 1, donde se localizó a 0,60 m lo que Payarés identificó como una posible fracción de piso de casa con piedras irregulares. Por el material asociado, éste lo acomodó para el siglo XVIII – XIX o sea, perteneciente al viejo poblado de la Caridad del Guincho.

En las notas de campo se describe que cuando se profundizó por debajo de los 0.30 m en el cuadrante noreste de esta trinchera, comenzó a aparecer con mayor frecuencia material colonial –tanto temprano como tardío– mezclado con fragmentería de cerámica aborigen, similar a la colectada en 1964 y 1973. Según su propia experiencia y la bibliografía publicada, Payarés identificó como cerámica española temprana (siglo XVI), unos 30 fragmentos, entre ellos: asas y partes del cuerpo de botijas globulares vitrificadas en verde interiormente, así como partes de escudillas y platos de mayólica vitrificados en blanco por ambas caras conocidos como Columbia Plain.

Estos materiales le diagnosticaron la posibilidad real de que en este lugar se hubiera fundado la villa a mediados de la segunda década del siglo XVI, al tener en cuenta la cronología que de manera general se había establecido para este tipo de cerámica.

Los resultados de esta investigación fueron calificados de satisfactorios, y se consideró demostrada objetivamente la hipótesis que había dado lugar a regulares intervenciones en el sitio. Pero el hallazgo correlacionado (asociado, coligado o mezclado) de forma permanente en el mismo enclave de evidencias tan diversas y de cronologías distintas, planteaba un problema digno de atención que dejó espacios de incertidumbre.

No es hasta 1989, según la prensa (19) y las propias notas de Payarés, (20) que se da como comprobada científicamente la tesis de que la villa fuera fundada en Punta del Guincho, a raíz de un hallazgo que realizara la arquitecta camagüeyana Lourdes Gómez Consuegra en el Archivo General de Indias. (21)

Este corresponde a un plano de 1825 que reprodujo la investigadora en el que aparece con el término de Pueblo Viejo, el sitio donde antes de 1821 se ubicaba el poblado de Caridad del Guincho y presumiblemente el primer asentamiento de Puerto Príncipe. Pero este documento no corrobora la hipótesis de Payarés al menos desde una perspectiva arqueológica, al mantenerse sin respuesta la interrogante: a qué Pueblo Viejo se refiere, puesto que el plano refleja el proyecto de la ciudad de San Fernando de Nuevitas, a partir de la existencia de los nuevos poblados de San Miguel, Bagá y El Guincho.

Al repasar las prácticas investigativas que la Arqueología en Cuba desarrolló hasta los años noventa, se puede establecer que la metodología descrita en esencia para realizar las excavaciones en Pueblo Viejo, es la que caracterizó el trabajo de campo en todo ese período, e inexplicablemente aún hoy se acepta y utiliza por algunos investigadores.

En la inmensa mayoría de los estudios, sin ir más allá de las publicaciones a las que dieron lugar, se advierte una identidad de procedimientos excavatorios compartidos que suponen una formación académica paradigmática convergente, aún cuando en la Isla no existe una carrera universitaria de Arqueología.

Esta manera de hacer las excavaciones en todas sus instancias, cuyo resultado es el registro arqueológico para cualquier interpretación o análisis, se valora desde las representaciones teórico-metodológicas actuales, con la revolución experimentada en el entendimiento de las leyes de estratigrafía arqueológica, como inconexa con los resultados de las actividades humanas; (22) pues al no reconocerse la secuencia estratigráfica propiamente dicha, no se pueden comprender los procesos internos y externos de formación de un yacimiento, imprescindibles en su dimensión extensiva para arribar al discernimiento de la dinámica espacio-funcional de un asentamiento humano del pasado.

La estrategia y proceso de excavación arqueológica materializados en el sitio en todas las intervenciones (incluso para las preguntas y propósitos planteados desde sus inicios), se concentran en procedimientos limitados muy conocidos por la aplicación de trincheras, que se profundizaron por niveles arbitrarios previamente establecidos por el investigador, sin que sean relevantes las dimensiones de estos.

Se considera que la excavación por trinchera es incoherente con la naturaleza del registro arqueológico que puede presentar un sitio, contenedor de acciones (positivas y negativas) objetivadas temporalmente en espacios geográficos bien definidos.

La razón es un argumento sencillo, mientras más extensa sea el área de excavación mayor será el cúmulo de información obtenida, (23) que debe ser apropiada para dar respuestas a las preguntas que se realizan en cualquier investigación. A su vez, la arbitrariedad de área (trincheras) y de capas (estratigráficas) no propicia el examen morfológico y estructural satisfactorio de una deposición arqueológica, necesarios para la tipificación de unidades socialmente significativas que por procesos inferenciales conducen al discernimiento de acontecimientos históricos, sociales y culturales. (24)

Aceptar que toda praxis arqueológica, aún aquella que pueda ser valorada de empírica o descriptiva, (25) se realiza en conformidad a enfoques teóricos implícitos, independientemente del grado de conciencia que pueda tener el investigador al respecto, permite identificar los procedimientos metodológicos ejecutados, en los tres momentos de investigación (1964, 1973 y 1976), dentro del enfoque Histórico–Cultural. (26) Y aunque es riesgoso clasificar desde una postura procesual-cognitiva (27) el enfoque de tal estudio, la validación de la hipótesis pretendió una perspectiva que no escapa a los límites de éste.

El surgimiento del convocado enfoque se puede registrar en el siglo XIX, cuando la Arqueología se asocia al nacionalismo en Europa por razón de estimular los sentimientos de identidad, vinculándose la disciplina al discernimiento de historias nacionales, (28) donde lo primordial es el producto etnográfico significado en su dimensión artefactual idiosincrásica, ya sea herramienta, prenda de vestir u objetos ceremoniales.

Los ideales político–sociales y sistema axiológico de Rodolfo Payarés, quien dirigió los trabajos en dos ocasiones y propuso una hipótesis, estaban en consecuente relación con la realidad contextual, nacional e internacional, en que vivió. Desde joven estuvo involucrado directamente en organizaciones y actividades por el logro y mantenimiento de la independencia nacional. Para 1962, cuando se incorpora como auxiliar de investigación en el Departamento de Antropología en la Academia de Ciencias, Payarés tenía lo que se puede considerar como un largo historial revolucionario.

En años posteriores, durante su constante formación como arqueólogo y en correspondencia a una de las más extendidas y propiciadas influencias teórica, (29) según las propias condiciones históricas del país, el enfoque Histórico–Cultural, como modelo tradicional continuamente heredado en la disciplina, dio sentido a la praxis investigativa a partir del alto significado que tenía la presentación de la historia (nacional o local) desde una perspectiva socio-clasista. (30)

Concebir la arqueológica como una empresa con dispositivos legitimadores, al establecer los espacios físicos culturales en los que se manifestaron los acontecimientos del pasado, conduce al entendimiento necesario de la relación que se establece entre la práctica arqueológica y los enfoques teóricos significados desde el presente. Para estas prácticas con base en el citado enfoque sólo son suficientes los objetos (artefactos), que revelan de alguna manera la presencia cultural de los grupos humanos; en este caso, los que entraron en contacto (aborígenes e hispanos) en pleno proceso de colonización de la Isla a principios del siglo XVI, puesto que «los conquistadores hispanos no fundaban sus villas en sitios despoblados, utilizando a los nativos en sus exploraciones y como mano de obra esclava y despojándoles de sus bienes.» (31)

Este último enunciado, supuesto del segundo punto de la hipótesis de Payarés, se asume más por analogía histórica, que por la observación exhaustiva del registro estratigráfico. Recientemente Estrella Rey ha puntualizado en compensación a esta generalidad que «Los desplazamientos forzosos de indios desde sus lugares de residencia para ser ubicados en villas, poblados y lavaderos los desarraigaron de sus comunidades y dificultaron la unidad étnica que se fue desintegrando.» (32)

Desde una óptica metodológica este punto se presenta como una hipótesis empírica dentro de la hipótesis de trabajo que no señala datos empíricos, sino que refiere un hecho que hasta el momento no ha sido determinado por medios investigativos para el yacimiento en cuestión, si se tiene en cuenta en toda su magnitud la información contenida en los expedientes de las excavaciones, puesto que no se registró en ningún momento un estrato explícitamente aborigen que demuestre la presencia precontacto de estos grupos étnicos.

El enunciado hipotético que aparece a partir del segundo momento de las investigaciones (1973), redundó positivamente en considerar el primer asentamiento de la villa en Pueblo Viejo, y según sus «puntos reflexivos» debía responder (aparentemente) a una conjetura sencilla de qué cosa es una villa y su fundación, dependientes y unidas a un marco teórico para la distinción fenoménica del hecho histórico en lo que es significativo o apropiado para respaldar los argumentos. (33)

La interrogante define en buena medida lo que se puede investigar y qué es necesario para la respuesta, estos aspectos funcionan y se interrelacionan a partir de la posición teórica, dentro de la cual la dualidad pregunta-respuesta cobra sentido, en cuanto a la cantidad y cualidad mínima de hechos necesarios y los límites esenciales que perfilan la conversión de una hipótesis en verdad demostrada. (34)

Si se admite que en Cuba para principios del siglo XVI durante y después del período de conquista, «cuando se decidía fundar una población estable, por lo general se separaba, en primer lugar las parcelas destinadas a los edificios públicos, y después las de las futuras viviendas de los colonos, que casi siempre, eran simples bohíos al estilo aborigen, cercanos a las tierras mercedadas.»; (35) entonces la estrategia y el proceso de excavación aplicado fue incongruente pues no implicaba la confirmación de una organización colonial en su dimensión espacio funcional, susceptible de comprobación arqueológica a partir de las huellas que quedaron del corto lapso de tiempo de ocupación (1514 – 1516) (36).

Aún cuando la organización espacial no haya experimentado esas características organizativas, manifestándose espontáneamente sin regirse por normativas pertinentes, la distribución debió responder a las relaciones socio–políticas (condicionantes) vigentes en el momento histórico concreto, o sea el proceso de conquista y dominio del territorio.

El efecto que produce la elección de las evidencias que hace Payarés en 1976 para asentar su hipótesis como demostrada, recuerda la marcada influencia que ejerció el Particularismo Histórico (37) en este enfoque, para el estudio de las regularidades culturales en Antropología. Su tendencia a definir culturas particulares propició no sólo lo que se conoce como el auge de los estudios de caso, sino también la centralización de la mirada arqueológica al artefacto, su superposición y exhumación por niveles arbitrarios descuidándose la estratigrafía arqueológica real.

El objetivo era identificar pueblos o comunidades por medio de la cultura material, dilucidándose los orígenes, movimientos e interacciones en detrimento de los análisis del comportamiento humano y los significados funcionales tanto espaciales como artefactuales y ecológicos; (38) cuestión que entra en conflicto con el trasfondo evolucionista que también pugna en estos trabajos, para el cuál sólo existe una historia a partir de la que se explican las historias particulares, acomodándose regularidades históricas a estudios particulares en calidad de presupuestos argumentativos.

La configuración de operar con evidencias artefactuales en sí para corroborar hipótesis, en lo que se puede considerar como la omnipotencia o tiranía de los objetos, es sumamente aventurada y conduce a conclusiones completamente erróneas sin un estudio asociativo (sincrónico y diacrónico) de todo el material, sobre la base de la definición de la secuencia física y la interpretación del orden deposicional de los estratos y las interfaces antrópicas de un sitio, que debe permitir la explicación de la muestra y no viceversa.

En los estudios arqueológicos es recurrente la utilización de material diagnóstico con fines valorativos, en algunos casos determinantes, pero complicados en una aplicación y explicación arbitraria de estratos se denomina simplemente anticuarismo, entendiéndose el objeto en sí como el objeto de la disciplina. Los párrafos que siguen, correspondientes a una guía de clases que Payarés desarrolló en 1967, ilustran esta cuestión desde su noción acerca de la Arqueología que se podía hacer del período colonial:

«Se utilizan muchos métodos y generalmente no se hacen estudios estratigráficos como en la parte aborigen, aunque a veces se puede hacer de una forma característica y de acuerdo al tipo de trabajo realizado. / En Cuba el período a trabajar es limitado históricamente a 500 años de historia colonial. Muchos de los sitios en donde se puede trabajar se pueden conocer la historia escrita de los mismos y por ende el fechado no es necesario a no ser que haya en el sitio una superposición muy evidente. O sea que la mayoría de los sitios arqueológicos están enmarcados dentro de un tiempo histórico ya conocido y sólo se quiere ver qué es lo que hay que sacar de allí.» (39)

Los fragmentos de mayólica (Columbia Plain) y botijas que se utilizaron como criterio definitivo de validación, en base a la cronología absoluta que había propuesto John Goggin con un estudio pionero en 1968, (40) en la actualidad presentan significaciones cronotipológicas que se han enriquecido con la sistematicidad de los estudios de Arqueología Histórica en todo el nuevo mundo, y específicamente en el área circuncaribe.

Con todo, las consideraciones de Goggin sobre las evoluciones de la Columbia Plain y las botijas en tipos cronológicos con índices formales muy bien definidos por la correlación de estudios particulares, (41) pasaron inadvertidas para una perspectiva que toma el artefacto como un pasaje directo al pasado, consecuencia de su propósito clasificatorio en sí mismo.

La historicidad de un sitio en el enfoque Histórico–Cultural depende de la cronología que se establece en correspondencia a la secuencia estratigráfica por niveles arbitrarios superpuestos. Esta noción tradicional de estratigrafía concibe falsamente que lo importante en un proceso excavatorio es examinar la relación de lo que está debajo y encima, obviando el cómo y porqué, y por lo tanto produce una sucesión sin sentido que nada manifiesta sobre la historia del sitio y mucho menos de las actividades representadas en un espacio humanizado. (42)

Este sistema no respeta los niveles naturales estratigráficos y sus características interfaciales en su dimensión planimétrica, por lo que hay una alta probabilidad de que artefactos de diferentes estratos naturales se mezclen, creándose al respecto, una cronología ficticia. Quizás esta dificultad no permitió a Payarés explicar la correlación aparentemente coetánea de evidencias temporalmente heterogéneas. La conciencia de tal situación, le hizo albergar algunas dudas para finales de la década del ochenta cuando se disponía a continuar los estudios.

En las notas de campo de la excavación de 1976 no se mencionan cambios en la estratigrafía natural fuera de los niveles establecidos arbitrariamente, pero se puede advertir que los sucesos más importantes fueron la aparición de fragmentos y piezas de artefactos y material dietario conforme a su ocurrencia, manifestándose el contexto sin alteraciones visibles, más allá de la información que podían aportar los elementos exhumados.

Por ejemplo, el día 5 de diciembre de 1976 en plena excavación de la trinchera 1 se anotó simplemente en el segundo nivel (0, 20 – 0, 30 m): «La tierra continúa siendo gris cenizosa. En el cuadrante noreste apareció un pequeño fragmento de mayólica de color blanco en una de sus caras. La frecuencia de material recolectado, todo es del siglo XVIII, fragmentos de lozas, cerámica, botijas, y algunos restos alimenticios. Aparece un clavo chiquito forjado a mano, pequeños fragmentos de vidrio y cuatro huesos.»

Para el tercer nivel (0, 30 – 0, 40 m) aparecen los siguientes apuntes: «La tierra sigue siendo del mismo color. En la esquina noreste apareció a 0, 40 m un fragmento de mayólica blanca por las dos caras con decoración a rayas azules y amarillas. Aparecen restos alimenticios de jicotea y ostiones. Aparece un pequeño fragmento de silex. Aparecen fragmentos de loza, vidrio, borde de burén, de cerámica aborigen y un diente de jutía. Se cierra el nivel 0, 40, la tierra continúa siendo del mismo color gris cenizoso.» (43)

En la actualidad, la interpretación visual y registro de un proceso excavatorio por medio del aislamiento de interfaces y depósitos, sin atenerse a la localización gráfica de la disposición de los artefactos (que se presuponen mas importantes, entre otras cosas, para fechar y establecer secuencias), es el método mas viable para intervenir depósitos aparentemente amorfos; (44) con estas diferencias de prioridades, es prácticamente imposible reconstruir hoy desde las notas de campo, la estratigrafía del área excavada (secuencia física) y tender una interpretación resolutiva que se aproxime a la realidad deposicional.

Si algo realmente se les puede reprochar a las investigaciones que se realizaron hasta 1976, es precisamente que los trabajos excavatorios partieron de un hallazgo puntual y no de amplias exploraciones en el territorio; o por lo menos, la tenencia de una zona de evidencias con posibilidades de intervención, mitigó un proceso de reconocimiento arqueológico imprescindible.

Es factible anotar, además, que aún no se han prospectado la cuenca del río Saramaguacán ni el litoral de su desembocadura, ni tampoco, desde el punto de vista subacuatico la ensenada de Pueblo Viejo. Todavía quedan por explorar algunos puntos significativos por su antigüedad, relación espacial e inmediatez a la bahía, como son: sitio arqueológico Bagá, poblado de San Miguel de Bagá y la elevación de la Atalaya, próximos al Saramaguacán y sus afluentes como La Mula y Najarro (Arenillas).

Ricardo Rousset refiere la existencia de los poblados Bagá y San Miguel ya para las primeras décadas del siglo XIX, (45) pero la arqueología en estos lugares podría ofrecer resultados inesperados. La toponimia de algunos puntos elevados, como la loma del Vigía y la Atalaya, tiene relación con las antiguas actividades de control y vigilancia de la bahía y la protección de los vecinos e intereses económicos dada sus ubicaciones geográficas y visibilidad.

Excavación de 1976. Fondo Documental de Rodolfo Payarés. Expediente de Excavación. Museo Provincial «Ignacio Agramonte.»Aunque no se puede hablar de que la hipótesis que motivó las investigaciones en Pueblo Viejo esté demostrada, puesto que los estudios hasta el momento carecen de lo que se exige hoy como argumentos sólidos en Arqueología, la labor arqueológica de quienes nos precedieron, con sus motivaciones, prácticas y resultados, por muy disconforme que se pueda observar desde el presente, es insustituible si se pretende desarrollar una investigación que concierte lo realizado en un encuentro que debe ofrecer un mayor acercamiento a la realidad histórica del pasado.

La perspectiva de trabajo propuesta no pierde de vista sin embargo las sospechas que comprendieron los estudios desde sus inicios, pues se ha hablado de un área donde pudieran existir vestigios de un asentamiento hispano del siglo XVI temprano y por consiguiente de un muy posible primer asentamiento de la villa.

La contrastación de siete mapas de los siglos XVI y XVII a partir de 1548 hasta 1683, (46) muestra lo que podríamos llamar una supervivencia cultural de información cartográfica a sabiendas de que la mayoría fueron realizados en base a cronistas o narraciones de terceros. Para la segunda década del siglo XVI ya la villa debió estar situada en los terrenos de la actual ciudad de Camagüey, (47) conservándose en estas cartas por la labor de copia de unos a otros, los datos iniciales relativos a la ubicación de la villa al oeste de una bahía en la costa norte muy similar a la ubicación que tiene la bahía de Nuevitas.

Por ejemplo, en un mapa de 1612 «Teatro del orbe de la tierra» de Abraham Ortelius, el historiador Tomas Pío Betancourt hace la observación aproximada de que la villa de Puerto Príncipe figura en la costa norte casi al frente de Cabo de Cruz en la provincia Granma. (48) Aunque se pudiera re-considerar el paralelo que hace Pío Betancourt de Puerto Príncipe con el puerto de Nuevitas, puesto que se realiza a partir de la línea correlacional norte–sur que tienen las bahías de la costa norte de las provincias de Camagüey y Las Tunas con Cabo Cruz, realmente la bahía de Nuevitas es la primera con excelentes condiciones de protección y calado, adyacente en dirección este al grupo insular Sabana–Camagüey.

En dirección oeste, las bahías o espacios marítimos, formados entre la costa firme y las penínsulas y cayos que se extienden como una barrera insular en forma paralela a la Isla de Cuba, se caracterizan por fondos bajos, como los de la bahía de La Gloria (49) que según Núñez Jiménez no exceden los 3 m. (50)

En un ámbito metodológico básicamente arqueológico, los documentos históricos primarios y por consiguiente la información emic, sólo pueden contribuir al horizonte interpretativo de la disciplina en correspondencia a que no hay perspectivas epistémicas privilegiadas, sino una especie de manejos de prioridades en dependencia de la disciplina que se trate.

Si la relación que se observa se manifiesta de manera invertida entonces la labor arqueológica no tiene sentido sino como un método simplemente de exhumación de objetos, y por consiguiente, para el que no es importante el cómo, en términos metódicos, se realizan las excavaciones. Los artefactos, como presencias del pasado en el presente por sí solos no son autoevidentes, sino en calidad de elementos a tener en cuenta para la contrastación de varias informaciones significativas en la construcción de un conocimiento necesario de singular identidad.

La Arqueología es una ciencia que tiene su oportunidad en la resolución de problemáticas para las cuales existan escasos senderos interpretativos o explicativos.

Su ineludible empleo en la temática particular que nos ocupa viene por la escasez de documentos y datos relevantes sobre estos primeros momentos, presentándose como un recurso vital para investigar tanto el asentamiento de Pueblo Viejo de Nuevitas en términos de ocupación con determinado ordenamiento espacial, producto de actividades económicas, políticas y sociales, como el territorio determinado por la problemática a partir de estas mismas expresiones de interrelación.

*Arqueólogo especialista del Centro de Investigaciones de Medio Ambiente de Camagüey. E-mail: iosvany@cimac.cu

Notas

1. Iosvany Hernández Mora: «Puerto Príncipe en el Chorrito. Continuación de una investigación inconclusa». Boletín de Arqueología (4): 199-200, Ciudad de La Habana, 2006.

2. El papel de la prensa escrita en su capacidad de crear nociones, ideas y sentimientos ha sido fundamental. El 24 de diciembre de 1976 el periódico Adelante publicó la noticia: «Presuntamente localizada la ubicación…», que a pesar de la relatividad del título daba crédito absoluto a las labores investigativas. Otros artículos y noticias sobre el tema, por sólo citar algunos se pueden encontrar en: diario Granma del 20 de octubre de 1969, periódico camagüeyano Adelante del viernes 3 de febrero de 1989 con el título «Comprobada científicamente la tesis de que la villa de Santa María de Puerto Príncipe fue fundada en Punta del Guincho» y del 7 de mayo de 1989, Revista Verde Olivo de julio del 1989: 39 y Adelante del 6 de diciembre del 2003.

3. Enrique Cirules, comunicación personal al autor, 2005.

4. Rodolfo Payarés Suárez, nació en la ciudad de Camagüey en 1922 y falleció en 1993. Fundador del grupo Espeleoarqueológico Yarabey en 1956. Fundador de la Academia de Ciencias de Cuba, y responsable de la Sección de Arqueología Colonial del Departamento de Antropología de esta institución. A mediados de la década del setenta fue Jefe del Departamento de Arqueología Colonial de la Dirección Nacional de Museos y Monumentos del entonces Consejo Nacional de Cultura. En junio de 1964 se encontraba de vacaciones en la provincia, como le era habitual. Al conocer la noticia de los hallazgos se personó en Nuevitas el 1 de Julio, donde estableció contacto con Enrique Cirules, entonces Coordinador Municipal de Cultura, quien lo llevó a la zona de los hallazgos.

5. MPIA, colección de documentos de Rodolfo Payarés, «Carta informe del 3 de agosto de 1964. Expediente de Pueblo Viejo».

6. De esta forma explicó Payarés la complejidad estratigráfica del sitio donde todo «aparecía mezclado» al parecer por la acción de arrastre que producían las elevaciones aledañas en tiempo de lluvia.

7. También llamados niveles arbitrarios o imaginarios establecidos previamente por el investigador a los yacimientos arqueológicos, desconociéndose la propia estratigrafía planimétrica de los mismos.

8. Ernesto Tabío y Estrella Rey: Prehistoria de Cuba, p. 134.

9. MPIA, loc. cit.

10. Ramiro Guerra: Manual de historia de Cuba. Desde su descubrimiento hasta 1868, p. 31.

11. Lourdes Sarah Domínguez González, nació en Ciudad de La Habana en 1936, es graduada de la Escuela de Maestros Normales de la Habana (1956), Licenciada en Historia (1972) y Licenciada en Historia del Arte (1974), ambas en la Universidad de la Habana. Realizó los cursos Básico, Medio y Superior de Arqueología en la Academia de Ciencias de Cuba (1974), organismo en donde trabajó desde 1968 hasta 1994. Le fue conferida en 1987 la Maestría en la especialidad de Arqueología en otorgamiento directo por la Universidad de La Habana, y en ese mismo año defendió su Doctorado en Ciencias Históricas. Actualmente es Asesora de Arqueología, investigadora y docente del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

12. Jorge Antonio Calvera Rosés, nació en Baracoa, Guantánamo, en 1938. Licenciado en Historia y doctor en Ciencias Históricas, se ha especializado en lo que se conoce en Cuba como Arqueología Aborigen. Desde la década del 70 ha trabajado intensamente la arqueología en territorio camagüeyano. Roberto Funes: Camagüey en la arqueología aborigen de Cuba, p. 102.

13. Se advierte que en las relaciones de las excavaciones que se practicaron hasta 1976 se respetan las nociones adjuntas al modelo teórico investigativo preponderante para entonces.

14. Desde el punto de vista fitogeográfico el establecimiento de la flora y la fauna en la localidad data del Holoceno, produciéndose sobre suelos esqueléticos, poco evolucionados y desarrollados sobre margas, arcillas, gravas y calizas del Mioceno inferior y medio. Méndez Santos, Isidro y Rafael A. Risco Villalobos: «Apuntes sobre la flora y la vegetación de la Península de pastelillo y la Cayería de los Ballenatos, Nuevitas, Camagüey». Revista del Jardín Botánico Nacional (XX): 41. Ciudad de la Habana, 1999.

15. Ibid, p. 42.

16. Jacobo Pezuela: Diccionario geográfico estadístico e histórico de la isla de Cuba, p. 279.

17. Ricardo V. Rousset: Historia de Cuba, t. III, p. 60.

18. Hay diferencias entre algunos documentos posteriores como fueron los plegables entregados para exposiciones en el Museo Municipal de Nuevitas y Provincial Ignacio Agramonte y las notas de excavación. En los primeros Payarés refiere estratos artificiales de 0, 20 m. En las notas de campo aparecen las capas artificiales en 0, 10 m. a partir del nivel 0, 20 m de profundidad en adelante en la trinchera 1. Advertimos que estos últimos se comenzaron a utilizar porque comenzaron a ser más frecuentes los hallazgos. Para este escrito se aceptan estas últimas por su valor fáctico. Payarés para esta fecha había adquirido amplias experiencias en trabajo de campo, dirigiendo o participando en 25 excavaciones, por lo que se puede inferir que el arqueólogo había refinado su método quizás con el objetivo explicito de establecer una cuidadosa cronología, uno de los objetivos fundamentales dentro de su perspectiva de investigación.

19. Manuel Villabella: «Comprobada científicamente la tesis de que la villa de Santa María de Puerto Príncipe fue fundada en Punta del Guincho», Adelante XXXI (28): 1, Camagüey, 3 de febrero de 1989.

20. Así lo refiere en las notas relevantes para un libro que pensaba escribir. MPIA, loc. cit. Libro en preparación. Expediente de Pueblo Viejo.

21. La investigadora lo referencia como «Plano de los terrenos de la costa de la bahía de Nuevitas… (1825). Archivo General de Indias. Sección de Mapas y Planos. Plano 757. Documentación en, Ultramar 227.» V.: Lourdes Gómez Consuegra: «Una irregular Villa colonial de Cuba» Senderos (0): 14, Camagüey, enero-junio 2004.

22. Carlos Hernández y Roger Arrazcaeta: «Agricultura de los aborígenes de Cuba: un enfoque divergente». El caribe arqueológico (5): 23. Santiago de Cuba, 2001.

23. Edward C. Harris: Principios de estratigrafía arqueológica, p. 42.

24. Luis G. Lumbreras: «La excavación arqueológica». Gaceta Arqueológica Andina (14), Vol. IV, p. 4. Lima, 1987.

25. Ian Hodder apunta que toda descripción o explicación está sujeta «…a un presupuesto de comportamiento de un grupo o ser humano y su cultura.» De manera que toda respuesta investigativa pretérita se presenta como descriptiva e inacabada a partir de nuevas preguntas, situación que se identifica con las particularidades de cualquier proceso investigativo a nivel de hecho científico, a saberse como un conocimiento incompleto, particular y fenoménico siempre desde nuevos supuestos teóricos desde el presente. V.: Ian Hodder: Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales, pp. 157-158 y Aleida Plasencia: Lecturas escogidas de metodología, p. 72.

26. Bruce Trigger: Historia del pensamiento arqueológico, p. 369.

27. Perspectiva teórica en arqueología que integra los factores simbólicos e ideológicos en la relación dinámica que se puede establecer entre los aspectos económicos y sociales con el medio, como fundamento para la comprensión de los procesos de cambio cultural. Diccionario antropológico digital, s/p.

28. Bruce Trigger: Historia del pensamiento arqueológico, pp. 144-146.

29. El enfoque Histórico–Cultural forma parte de la más larga tradición investigativa en Arqueología, tanto en América como en el mundo. Charles E. Orser: Introducción a la Arqueología Histórica, p. 21.

30. Se admite que la ciencia es una forma de conciencia social, en la que el partidismo se refleja de forma extraordinaria. Aleida Plasencia: Lecturas escogidas de metodología, pp. 100 y 101.

31. MPIA, loc. cit. Plegables para exposición. Expediente de Pueblo Viejo.

32. Estrella Rey: «Algunos aspectos socioeconómicos de Cuba colonial temprana (1512 – 1555).» Catauro (8): 84. Ciudad de La Habana, 2003.

33. Marvin Harris: Teorías de la cultura en la era postmoderna, pp. 29, 46 y 47.

34. Aleida Plasencia: Lecturas escogidas de metodología, p. 119.

35. Estrella Rey: «Algunos aspectos socioeconómicos de Cuba colonial temprana (1512 – 1555).» Catauro (8), pp. 79 y 80. Ciudad de La Habana, 2003.

36. Francisco Luna Marrero: Cronología camagüeyana. 1514 – 1958, p. 6.

37. Se basa en la teoría del Relativismo Cultural, que considera las características históricas particulares de cada cultura. Si cada una de ellas es diferente, entonces también su historia es diferente, particular. Diccionario antropológico digital, s/p.

38. Marvin Harris: El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías de la cultura, pp. 586 y 587.

39. Archivo del Autor. Rodolfo Payarés Suárez: «Notas para Clases sobre Arqueología Colonial», 1967 (Mecanuscrito inédito).

40. V.: John Goggin: Spanish Maiolica of the new world, types from sixteenth to eighteenth centuries.

41. Ibíd., p. 117.

42. Esta idea se fundamenta, en el supuesto teóricamente correcto de que la secuencia temporal de actividades humanas, materializada en los restos depuestos, se revela mediante la superposición en si misma, registro que resuelve la interpretación de un sitio. Luis Guillermo Lumbreras: «Trabajo empírico y trabajo teórico». Gaceta Arqueológica Andina (2), Vol. I, p. 3, Lima 1982; «La excavación arqueológica». Gaceta Arqueológica Andina (14), Vol. IV, pp. 3 y 4, Lima 1987; Edward C. Harris: Principios de estratigrafía arqueológica, pp. 41 y 42.

43. MPIA, loc. cit., Notas de excavación de 1976. Expediente de Pueblo Viejo.

44. Edward C. Harris: «Estratigrafía de estructuras en pie». Gabinete de Arqueología (3): 84. Ciudad de La Habana, 2004.

45. Ricardo V. Rousset: Historia de Cuba. t. III, pp. 59 y 60.

46. Emilio Cueto: Cuba in old maps, pp. 57, 62, 69, 77, 79, 80, 88, 147.

47. La villa sufrió traslados desde su supuesto primer asentamiento en Pueblo Viejo hasta el lugar que ocupa la actual ciudad de Camagüey, entre 1516 a 1528, con el siguiente itinerario: Pueblo Viejo–Caonao–Cacicazgo de Camaguebax. Francisco Luna Marrero: Cronología camagüeyana. 1514 – 1958, pp. 7 y 8.

48. Tomas Pio Betancourt: «Historia de Puerto Príncipe», en Los tres primeros historiadores de la Isla de Cuba, pp. 503-508.

49. La bahía de La Gloria se localiza entre la costa firme de la Isla de Cuba y Cayo Guajaba, al norte de Sierra de Cubitas. En este espacio marítimo se ubica el sitio de la Guanaja.

50. Antonio Núñez Jiménez: Cuba: La Naturaleza y el Hombre, p. 414.

Autor: Iosvany Hernández Mora / Tomado de www.ohcamaguey.co.cu / Fotos: Iosvany Hernández Mora y fondos del Museo Provincial “Ignacio Agramonte”

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Armería camagüeyana: restauración y conservación

El Museo Provincial Ignacio Agramonte de Camagüey constituye uno de los centros más importantes del país por el patrimonio que atesora en sus colecciones.Un acercamiento a los fondos que atesora permite  corroborar la presencia en él de valiosos hallazgos arqueológicos, una importante colección de arte cubano -la segunda de su tipo en el país-, interesantes muestras de  artes decorativas; muebles; una amplísima colección de ciencias naturales, todo lo cual permite disponer de  un monto de más de 88 mil objetos museables considerados fieles exponentes de la historia  natural, cultural y social de la región  camagüeyana, y  por qué no, de la nación cubana.1

Sobresalen entre los objetos arriba citados la colección que recoge toda una gama de elementos tangibles relacionados con el quehacer patriótico del siglo XIX, la cual no se circunscribe al conjunto de piezas existentes en el Museo Provincial, sino que, se extiende a cada museo de la provincia camagüeyana.

Lugar especial ocupa la colección  de armas,  en calidad de  elementos palpables y casi únicos sobrevivientes y protagonistas de los conflictos bélicos de Las Guerras de Independencia. A lo anterior se añade que esta institución ha arribado medio siglo de abierta al público; atesorando tan valiosos fondos puede constituir también una razón muy  loable para que la cultura principeña pueda contar con la reapertura de su prestigiosa Sala de Historia desde un criterio de completividad

Sin embargo, a pesar de su importancia, estas piezas se encuentran hacinadas en un contenedor metálico del Almacén no. 3 de  tan  prestigioso Museo,  solo en ocasiones se les exhibe de manera  transitoria, las condiciones de «conservación» en que se mantienen – amontonamiento, local donde no se controlan los índices de humedad relativa, presencia de insectos, entre los problemas fundamentales- determinan hoy la oxidación, faltantes, abolladuras de tan valiosos fondos patrimoniales

Restaurar y conservar este patrimonio como parte esencial de la cultura camagüeyana y nacional forma parte de la responsabilidad social de las entidades e individuos involucrados en tales procesos.

Objetivo:

Restaurar y conservar las armas blancas y de fuego correspondientes al siglo XIX que forman parte del patrimonio tangible del Museo Provincial Ignacio Agramante.

De la colección de armas de fuego y armas blancas del Museo Provincial Ignacio Agramante fueron escogidas como muestra para su estudio en esta investigación, aquellas que de manera intencional fueron seleccionadas por el autor tomando en cuenta como criterio de selección su valor histórico asociado a la personalidad a la que perteneció, la gesta en que participó o el cumplir con la condición de ser rara o curiosa. Se entiende por arma rara o curiosa aquella que resulta, por su forma, poco común o poco frecuente, escasa, singular en su clase o especie.2

Para la producción de la multimedia se uso el programa FLASH diseñado para ello, una vez seleccionadas, documentadas y fotografiadas las armas con la ayuda del informático del Centro Provincial de Patrimonio de la Ciudad de Camagüey y del personal que se ocupa de la sección de historia en el Museo Provincial.

Antes de intervenir las piezas, se investigó desde el punto de vista histórico: a quién perteneció o en que campaña se uso para comprobar su veracidad e importancia, son esenciales en este criterio el haber sido usadas en dos gestas de trascendencia histórica indiscutible: La Guerra de los Diez Años y la Guerra del 95.  Luego se hizo el análisis de los materiales usados en su fabricación, el estado físico del arma, estado técnico y estado de conservación, por el cual se determina el grado de afectación de cada una. Es importante la revisión bibliográfica para el éxito de la intervención y tener en cuenta el criterio de restauradores relacionados con la materia, para conocer los materiales e instrumentos adecuados. Una vez examinada el arma se realizó la ficha técnica elemento obligatorio antes de cada intervención.

Multimedia:

Luego de una rigurosa preselección de las piezas según su rareza y atipicidad, valor histórico y artístico, o sea, la escasez en colecciones y propias de otras regiones; valoradas por pertenecer a figuras representativas del acontecer político o cultural cubano y por su belleza: en el orden estético y por su carácter utilitario, respectivamente; se procedió a fotografiar las piezas con algún que otro detalle para la realización de una multimedia o un museo virtual para complementar el trabajo de curso y abordar mucho más acerca de las colecciones camagüeyanas. Es importante reconocer cada arma por su marca y modelo, calibre si es de fuego, medidas, número y fecha fabricación, en fin detalles propios de las armerías.

El uso de bibliografía, entrevistas, consultas a sitios Web sirvió para conocer a fondo cada pieza, características, fisonomía y su propia historia. Igualmente existen piezas que tienen connotada importancia por ser partícipe de acontecimientos militares y por pertenecer a personalidades de nuestras guerras independentistas, de la cultura y el deporte.

Con este trabajo se pretendió proyectar la colección del Museo Provincial de Camagüey y demás instituciones municipales, conciente de su valor, a la era digital, llegar de otra forma al «visitante pasivo». Facilitar el trabajo de historiadores desde el punto de vista militar e histórico, coleccionistas, museólogos y museógrafos, en fin, de toda esa amalgama de investigadores que pretenden conocer los orígenes de la nacionalidad, la historia y de las armas en sí.

Descriptores: Restauración y conservación

Existe una propuesta de medidas en el orden ético y técnico recomendado por el Instituto Internacional de Conservación, previas, antes de cada intervención. Estas se relacionan con el respeto a la pieza considerándolo como modelo único, por ello precisa de un adecuado tratamiento e irreversible, además de mantener límites a la hora de operar sin perjudicar su reintegración estética. Todo esto apoyado por el grupo de trabajo, competente, en constante nivelación e intercambio de conocimientos.

Una vez conocido el objeto, materiales, grado de deterioro, la existencia del grupo metálico capaz de soportar la pieza, sus intervenciones anteriores; se deben tomó decisiones precisas en cuanto a los tratamientos de conservación.

Historia de las Armas

El cañón de mano apareció durante el primer cuarto del siglo XIV, era simple tubo de hierro pulido cerrado en un extremo con un pequeño agujero que se apoyaba en una pieza de madera para sujetarla bajo el brazo, se cargaba con pólvora y con una bola de metal y se disparaba metiendo un alambre caliente por el agujero de atrás. Más adelante aparece con una pequeña depresión en forma de plato, llamada cazoleta, cerca del agujero de encendido. A mediados del siglo XV aparece La espingarda de mecha igual que el anterior solo que la mecha se bloqueaba en la serpentina y contaba con un dispositivo metálico con forma de S que tenía un eje en el centro, tenia una especie de gatillo abajo de la serpentina.

Se disparaba con un dedo. Por la parte superior se introducía la mecha en el depósito, que contenía la carga de pólvora El arcabuz de rueda se inventa en 1515 mejorando el mecanismo de disparo Se trataba de una pieza redonda controlada por un muelle que, al ser liberada por un mecanismo disparador, giraba golpeando su borde de acero endurecido con un pedazo de pirita de hierro que provocaba una multitud de chispas que caían sobre el depósito de pólvora y disparando el arma. A principios del siglo XVII se inventó el mecanismo de disparo por piedra y consistió en un martillo accionado por un muelle asociado al gatillo y que incluía una parte hecha de yesca. «Al liberar el gatillo, el martillo golpeaba con la yesca un disco de acero dentado situado sobre la cazoleta, lo que provocaba una lluvia de chispas…»  3

El mecanismo de disparo del fusil de chispa, muy utilizado en la Independencia estadounidense (1775-1783). El extremo inferior de la cubierta en forma de L (a la izquierda) protege de la humedad la pólvora del cebador. Cuando la piedra del percutor (a la derecha) golpea la cubierta, la pólvora queda desprotegida y las chispas del golpe la encienden, con lo que se produce el disparo. En 1807, el sacerdote e inventor escocés Alexander John Forsyth, inventó el sistema de percusión-ignición, lo que permitió desarrollar armas de fuego de retrocarga, es decir, armas que se cargaban por detrás.

En la década de 1850 empezaron a utilizarse cartuchos de una sola pieza de ignición central.
La aparición de la pistola, significó un paso importante en el camino de la igualdad entre los hombres sobre todo para quien no era avezado en el manejo de la espada –práctica de las clases nobles– Los primeros ejemplares de origen chino y japonés poseían un sistema de encendido de llave de mecha. La base para su posterior aparición, puede señalarse la llave de rueda, inventada alrededor de 1509 sistema que utilizó la piedra para provocar la chispa del encendido de la pólvora, dando lugar a la aparición de las armas de puño.

En el año 1517, el emperador Maximiliano I de Habsburgo, prohibió la fabricación de armas de rueda en todo su imperio, pues se había convertido en instrumento de traición, emboscada y delito A este sistema, le siguió el denominado llave de chispa. Así, durante el siglo XVII, se realizaron nuevos diseños de pistolas. En Inglaterra, se difundió el sistema de la caja, que permitía colocar el pie de gato sobre el centro del arma y verticalmente sobre el eje del cañón, suprimiendo la platina, sistema muy usado en las más pequeñas. A mediados del siglo XVIII, la pistola de arzón evolucionó el sistema de su mecanismo hacia la denominada de duelo reemplazando a la espada.

A comienzos del siglo XIX, cuando hizo su aparición la llave de percusión, la llave de chispa había alcanzado su perfeccionamiento técnico, y se aplicaba a dos inventos: el fusil Hall de retrocarga  y el revólver de chispa diseñado por Elisha H. Collier, de Boston, patentado en Inglaterra, en el año 1816.

La idea de fabricar un arma de varios disparos, fue solucionada con la aparición del «pepperbox».

Las armas de puño de varios cañones en block, son las que giran sobre un eje, a mano o automáticamente, cuando se oprime el disparador. Se desplazan accionadas a mano o automáticamente, hasta presentar el próximo cañón frente al martillo. Muy popular en la década del 50, cuando «fiebre del oro»  resulto la patentada en el año 1845 por Ethan Allen de 6 tiros, doble acción y sistema de llave de percusión. 4

Historiografía de las armas escogidas

El machete

«El machete» según Casaus, el historiador «que hasta ayer fue un apero de labranza, y la escopeta, otrora utensilio de caza y arma del guajiro cubano se convierten, ala luz del Sol de Yara, en instrumentos de guerra.»

Según Miró Argenter «Toda la caballería de Camagüey y gran parte de la de Oriente, ostentaba equipos de los talleres cubanos, (…) lo propio cabe decir del obraje de forja y armería, pues se batían el hierro y otros metales, se trabajaban machetes de muy buen temple y se reparaban las armas de fuego con bastante perfección.» 5 En estos talleres se fabricaron cañones de cuero y de madera, explosivos eléctricos y artilugios acuáticos, además se elaboro Nitro a partir del estiércol del murciélago para confeccionar pólvora.

Los primeros machetes llegaron a Cuba en plena colonización, estudios demuestran que desde el siglo XVI se hacia muy frecuente junto al calabozo, ideal para la construcción de fuertes y tareas agrícolas. El campesino y el esclavo lo usaron con frecuencia y más el ejército español lo reemplaza por el hacha usada desde el siglo XVII. Su fabricación en Toledo propicia su uso en las tropas españolas. Una vez en Cuba, aparece un modelo muy particular en las fraguas de Cueva.

El machete Guanabacoa estuvo en boga hasta mediados de siglo XIX y usado en 1762 frente a los ingleses, acción liderada por el guanabacoense y regidor Pepe Antonio.  Se contempla como la primera carga al machete, ejecutada por guajiros afiliados a las milicias habaneras. Sin embargo la primera de nuestras Guerras de Independencia, sucede en Pinos de Baire, Oriente, el 26 de octubre de 1868 por orden del Generalísimo Máximo Gómez. La batalla se gana sin  usar armas de fuego, entonces el machete había partido en dos el cañón de una carabina.

Los guajiros, según Esteban Pichardo en su Diccionario (1836), usaban tres tipos; el de  una vara de longitud, de hoja recta y con filo hasta la punta y de cabo enchapado en carey y clavos de oro o plata con cuatros bocados para ajustar los dedos (Guanabacoa) a prueba de clavo.

El machete de concha o de cinta cuando tiene guarnición. Comúnmente un lado de la concha es de plata, sino se le llama de Media Cinta.

El calabozo, más corto, punta corva y cabo de cuerno, ligero y propio para el trabajo de los esclavos en 1820. Los navajones, norteamericanos, usados por guajiros; de buen temple, 2 pulgadas de ancho, una vara de longitud con la punta redondeada. Machete de Patente (EU.) parecido al calabozo pero más corto de 3 pulgadas de ancho; ligero y bueno para el corte de caña.

Unas  20 marcas se embargaron al término de la contienda independentista, unos ingleses, alemanes y norteños. Los COLLINS (garantizados) Media Cinta, eran comunes y se fabricaron en EU. El COLLINS HARTFORD sustituyó el calabozo español. Otras marcas como el FERNANDO ESSER de Elberfeld, Alemania, usado por Maceo en el 95; el LUCKHAUS GUUNTER, de Remscheid y el WEYERBERG de Solingen,alemanes. También se suma el muy usado paraguayo de uso rural con la hoja larga y recta.
                             
Espada Samurai

Tradiciones de valor, habilidades marciales, honor personal y lealtad han marcado la casta guerrera de la sociedad japonesa. El  origen de «aquel que sirve» se pierde en tiempos prehistóricos. El apogeo de los guerreros en el Japón aparece en el Medioevo (1192-1568) ellos no solo debían casarse con los de su clase sino que también se regían de un Código Marcial o BUSHIDO, ofreciendo su lealtad al Señor Feudal creador de tan grandioso ejército.

La Catana de 24 pulgadas o más y el Wakizashi de 12 a 24 pulgadas formaban el DAISHO; además del el Tanto (daga pequeña) y el traje ordinario; así vestía el SAMURAI voz sustituida en el año 1878 por SHIZOKU, voz china correspondiente a la anterior. Una cuarta espada se usaba solo en las ceremonias, el Tachi.

«Estas espadas fueron producidas hasta 1876 cuando el emperador prohibió su uso. A pesar de ello algunos armeros continuaron su producción»6, los oficiales sin embargo la usaron en las guerras mundiales del siglo XX.

Desde los finales de la edad Media la espada Samurai fue la más fina arma de corte jamás realizada. Ella goza de un templado único, permitiéndole un grado de dureza y filo imposible de igualar por las espadas europeas, sin peligro de fragilidad o rotura. Gran tecnología, paciencia, persistencia y devoción religiosa acompañado de todo un ritual.

Trabuco naranjero

 La «bocúa» con sistema de percusión (pistón) puede ser de origen belga u holandés de a mediados del siglo XIX, es pequeña de ánima lisa, con una boca acampanada de cañón, por ello su segunda denominación y una tercera por su reculada al disparar, «yegua». Muy difundida en Inglaterra a fines del siglo XVI, usada por los marineros y para hacer fuego a quemarropa en emboscadas en plena manigua cubana. Algunas alcanzan los 54 centímetros de longitud y eran capaces de disparar eslabones, vidrios, clavos, guijas. 7

El  Remington Español

Fue un arma de gran demanda, patentado por el armero Joseph Rider y auspiciado por Philo Remington. El arma forma parte de los arsenales de EUA en 1865 (marina de Nueva York); la caballería holandesa también lo usó; además de Dinamarca, Suecia, España, Francia, Egipto. Con permiso de la casa matriz, España fabrica su propio fusil y la tercerola, basado en el modelo norteño. La adopción se realiza el 24 de Agosto de 1870, bajo recomendación de La Junta Superior Facultativa de Artillería de España, oficializada el 24 de febrero de 1871 por Real Disposición para la Infantería.

El modelo español con sistema Remington como mecanismo de cierre y con el cañón Chasepot. Su fabricación comenzó en Oviedo, Asturias. El Remington español de 1871: Longitud 1,858m; sin bayoneta 1,308m; peso 4,600 Kg. 8
 
Remington modelo 1871 «La duración fue establecida en 25 años por Real Orden de 8 de noviembre del mismo año a 20… para Cuba y Puerto Rico el 4 de julio de 1884» 9. La caja del fusil presentada con par de piezas de madera (caña y culata) unidas al cañón de mecanismos, al que también se une el cañón a rosca. El alcance máximo de la pieza es de 2, 800 metros y eficaz de 600 metros. Calibre 11 mm. Ánima de 4 rayas. La longitud del cañón es de 940 mm., la de la caña es de 827 mm. y la longitud de la baqueta de 912 mm.

En pleno siglo XIX se acrecienta la caída de la Fábrica de Placencia de Armas frente la predilección estatal por la de Oviedo. Para esta época surge en Eibar una naciente producción privada, capaz de escapar del control de los gremios y de producir armas a precios razonables.
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El nacimiento de la Eibar tal vez propicia el desarrollo de la carrera armamentista 1876-1918. El país Vasco a partir de la década de los 80 del siglo XIX, llega a máximos históricos de producción durante la Primera Guerra. Se presentó la eventualidad y la necesidad de obtener el armamento necesario para hacer frente a las insurrecciones de Cuba y Filipinas. La creación de una fábrica nacional de armas en Eibar permite mantener un nivel estable  de producción a lo largo de todo el año, superando la demanda. 10

Criterio de selección de las piezas

Síntesis histórica

Francisco Agüero y Bernabé de Varona, terratenientes ganaderos, protagonizaron los primeros alzamientos en arma contra la metrópolis; se gestaba una revolución burguesa y antiesclavista por mejoras políticas y económicas.

El 4 de noviembre de 1868 en el paso del río las Clavellinas cerca de Puerto Príncipe un centenar de Camagüeyanos secundan la guerra iniciada por los orientales el día 10 de octubre de ese mismo año, proclamando su rebeldía, mientras, Augusto y Napoleón Arango tomaron el poblado de Guáimaro los caseríos de San miguel de Nuevitas y  Bagá. Veintidós  días después, en Las Minas, Ignacio Agramonte proclama que «Cuba no tiene más camino que conquistar su redención arrancándosela a España con la fuerza de las armas.»

En diciembre del 68 llega a Cuba la primera expedición de nuestras guerras por la independencia. El desembarca la goleta el Galvanic por la Guanaja en la costa norte de Camagüey organizada por el general Manuel de Quesada y Loynaz junto a 62 expedicionarios, entre ellos Julio Sanguily. El cargamento, según bibliografía,  de 2540 fusiles Enfield, 150 carabinas Spencer, cartuchos, granadas, pólvora y machetes. 11

La intercepción de La Fernandina poco antes de comenzar La Guerra del  95 demuestra la falsa imagen neutra de EU. No obstante, buena parte de las armas llegaron por Camagüey:

1- El vapor norteamericano Comodoro de la delegación Cubana de Nueva York desembarco por Punta Ganado, Nuevitas el 20 de marzo de 1896, comandada por el Coronel Braudilio Peña. Arribaron 200 fusiles, 500 000 cartuchos  para REMINGTON, 200 machetes COLLINGS y PARAGUALLOS, un cañón de tiro rápido de 3 libras de carga con 100 tiros y una docena de revólveres COLT y 7 expedicionarios.
2- El vapor DAUNTLES, al mando el General Emilio Núñez. Luego de distribuir parte        de las armas por la isla desembarco por el norte, Punta Brava, el 21 de mayo de 1897, con 22 expedicionarios y 500 rifles, 450 000 tiros, machetes, medicinas, etc.

Opinión publica internacional

Conclusiones

La obra «Españoles e Insurrectos» del comandante español Francisco Camps y  Feliú, aborda el tema del armamento: «Las armas eran de varios calibres y veianse muchos negros armados como salvajes, con palos largos aguzados en la punta (…)» 12

Esteban Montejo, El Cimarrón, soldado de las gestas independentistas nos dice: «…Era mas difícil hallar un arma que una aguja en un pajar. Así y todo cogían una puya de jiquí y hacían un puñal. Con ese puñal se enfrentaba al enemigo que traía armas de fuego… Los españoles veían un negro con un puñal de esos y salían echando un pie».

Sobre el escaso y pobre armamento LA AMERICA, periódico editado en Nueva York expuso: «…forzados por la imperiosa necesidad de defenderse, los cubanos han recurrido al uso de las armas más toscas y primitivas, piedras arrojadizas, palos armados con puntas de hierro, tubos de cañerías en forma de escopetas y mas de una vez fusiles simulados hechos de madera para armar reservistas para imponer miedo al enemigo y hacerlo huir…»

Como se aprecia, no solo Camagüey fue teatro de tan grandes acontecimientos y de grandes figuras; quienes lograron por medio de las armas, gestarle un golpe a la colonia; sino que también, fue escenario de grandes desembarco de hombres, convoyados de material bélico. Por ello es preciso el rescate de los protagonistas directos de tan largas contiendas.

La selección, también agrupo piezas únicas en el Museo Provincial Ignacio Agramonte de Camagüey, de valor 1 todas; piezas raras como la de origen Oriental (katana) y de la legendaria figura, que constituye para el mundo de la esgrima Ramón Fonst.

Bibliografía

1.Historia del Arma. Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

2.Larrañaga, Ramiro.  Síntesis Histórica de la Armería Vasca. España. Sistemas de disparo de las armas manuales  Edita Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa. Diciembre 1981

3.Ramos Zúñiga, Antonio. Las armas del ejército mambí. La Habana. Editora Política, /i.e.1985 Pág. 22; 21; 23; 35; 36; 37; 38; 39; 45; 46. 182 Pág.

4.Sala de Armas, Catalogo. Museo de las casas Reales de Santo Domingo, República Dominicana

5.Ramos Zúñiga, Antonio. Armas raras y curiosas. La Habana. Editora  Gente Nueva, 1987  215p. il

6.Barceló Rubí, Bernardo. El Armamento Portátil Español, Librería editorial San Martín Madrid  España año 1976. p 310

7.Viviani, Maria Luisa. Traducido por José Echeverría. Guía de Armas Antiguas, Ediciones Grijalbo, SA, Barcelona Impreso en Artes Gráficas. Toledo, SA, 1984. Pág.  447

8.Evolución de la Industria Armera Vasca entre 1876 y 1969. Un enfoque a largo plazo.VIII Congreso de la Asociación Española de Historia Económica. Santiago de Compostela Septiembre 2005.Igor Goñi Mendizábal Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea

9.Domingo Tellechea 1981.Enciclopedia de la Conservación y la Restauración. Editorial Technotransfer S.R.L. Impreso en Argentina. 671 pág

10.Escalante Colas, Amels. Diccionario Enciclopédico de Historia de Cuba. Primera Parte (1510 – 1895) tomo II. Acciones Combativas. Ciudad de la  Habana: Ediciones Verde Olivo, 2004; p: 450.

11.Escalante Colas, Amels. Diccionario Enciclopédico de Historia de Cuba. Primera Parte (1510 – 1895) tomo III. Acontecimientos Políticos Militares. 

12.Ciudad de la Habana: Ediciones Verde Olivo, 2004; p: 256

13.Escalante Colas, Amels. Diccionario Enciclopédico de Historia de Cuba. Primera Parte (1510 – 1895) tomo I. Acciones Combativas. Ciudad de la  Habana: Ediciones Verde Olivo, 2004; p: 394.

14.9th Triennial Meeting Dresden, German Democratic Republic 26-31 August 1990. Preprints   Volume II ICOM Comity for Conservation, Los Angeles EU. p: 840

15.Conservation of Metals in Humid Climate. Proceedings of the Asian Regional Seminar held from. 7/ 12 December, 1987 Edited by: O.P. AGRAWAI. ICCROM (Rome), NRLC (Lucknow) p: 130

16.Tellechea. Domingo I. Enciclopedia de la Conservación y la Restauración. Impreso en Argentina: Editorial Technotransfer S.R.L., 1981; p: 671

17.Curso de Conservación de los Bienes Culturales de Origen Metálico. 2001. ALMEIDA.

18.Documentos. Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología. Ministerio de Cultura 2-3/90. 91 p. algunas cuestiones relacionadas con el Medio Ambiente, la Corrosión y el deterioro de los Bienes Culturales. Ana Cepero A.

19.Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología. (CENCREM) Cátedra Regional de la UNESCO de ciencias de la conservación integral de los bienes culturales para América Latina y el Caribe (CRECI)  20 de noviembre – 1º de diciembre 2000 curso «Los metales: corrosión y tratamiento de conservación». Dra. Ana E. Eepero Acán.

20.Patrimonio histórico-Artístico. Conservación de Bienes Culturales Alfredo J. Morales. Historia 16. Madrid. 1   Edición 1996. conocer el Arte 155p.

21.Restauración y Conservación en el Museo Nacional de Arte Romano. Mérida España. I  p 91. 1988.

22.Curso de Conservación Preventiva de Objetos de Arte Metálicos. Algunas consideraciones sobre problemas éticos y estéticos en la conservación de objetos de arte metálicos. Curso metales Almeida.

23.88 Arguropoulos, Vasilique, Lyndaie S. Selwyn Judith A. Logan. «Developing a Conservation Tretment using Ethilenediamine as a Corrosion Inhibitor for Wrought Iron Objects Found at Terrestrial Archeological Sites.» Metal 95:   An International Conference on Metals Conservation, ICOM CC Metals Working Group (25- 28 Sept. 1995) Semur en Auxois, France.)

24.3 Congreso Grupo 4 2 restauración y montaje de dos ruedas de carro aparecidas en el yacimiento de la Tolla (Jaén) Darío Rodríguez Quezada. Instituto de conservación y Restauración de obras de artes de Madrid.

25.Domingo Tellechea. Enciclopedia de la Restauración y La Conservación. 1891, editorial Technotransfer S.R.L. impreso en argentina 671p.

26.Conservación de Bienes Culturales. Teoría, historia, principio y normas © Ediciones Cátedra, SA. 1999. Madrid. Ignacio González-Varas. 628p.

27.6 Baer,  Norbert. «Conservation Notes: Maintenance of outdoor bronze sculpture».the International Journal of Museum Management and Curator ship 7, no. 1(1988):71-75.

28.297 Pühringer, J «Contribution  from Swedish Group of Museums (SGM)». New Conservation Methods for Outdoor Bronze Sculptures, European Commission, ed H. Romich, 167-72. 1996.

29.INTERNET. Boletín del Museo del Oro, No. 28 de 1990. El deterioro de aleaciones de oro y algunos aspectos sobre su conservación. Banco de la República. David A. Scott Traducción: Clara Isabel Botero C.

30.Lic. Maya Capablanca Fernández Dra. Raquel Carreras Rivery Lic. Patricia Martínez Outeriño. Datos tomados del Manual La Entomología en la Conservación del Patrimonio Cultural Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM) Junio 1999

31.Metcalf, C.L. y W.P. Flint. 1966. «Insectos destructivos e insectos útiles. Sus costumbres y su control». La Habana. Edición Revolucionaria.

32.Moroni, Juan Carlos. 1998. «Plagas asociadas a los bienes culturales». Consorcio Latinoamericano para la conservación preventiva. Grupo plagas.

33.Zayas, Fernando de. 1974. «Entomofauna cubana». T.III. Editorial Científico- Técnica. Instituto Cubano del Libro, La Habana.

34.PATINA. Escuela Superior de Restauración y Conservación de Bienes Culturales de Madrid. No. 8 Junio 1997. De la teoría a la práctica. 173p Recuperación de un crucifijo hispano-filipino de marfil p10-13

35.Restauración y Conservación en el museo Nacional de Arte Romano. Mérida España. I  1988.p 91.

36.Morales, Alfredo Patrimonio Historia de la Restauración y la Conservación de Bienes Culturales. Conocer el Arte. Historia 16. Madrid. 1ra  edición 1996. 155p

Autor: Frank Milton Flores Albor y Frank Casas

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Archivo Provincial de Camagüey

Desde principios del pasado siglo –exactamente del año 1906- datan los antecedentes del Archivo Provincial de Camagüey. Salvador Cisneros Betancourt -entonces Senador e hijo distinguido de la antigua villa principeña, actual capital camagüeyana- recabó del entonces presidente de la república mediatizada Tomás Estrada Palma, la apertura de tal enclave con el objetivo de salvaguardar toda la documentación y papelería generada de índole económico, administrativo, judicial, político y social, entre otras fuentes.

Escuchada la sugerencia, comenzó el arduo trabajo de rescatar la memoria pasiva de la sociedad, que tal es el mérito fundamental de estos centros, liderado por el que funge con carácter provincial y radicado en la céntrica intersección de las calles de Martí esquina a República, en la localidad cabecera.

Una vetusta casona colonial resulta ya insuficiente para el acopio de tan imprescindible material en la gestión de investigadores y ciudadanos precisados de datos indispensables, allí guardados con celo y  profesional atención por un valioso equipo de peritos, dirigidos por Marta Margarita Morales Pérez.

«Aquí laboran 39 técnicos y especialistas, egresados del nivel medio superior y de la Universidad» -informa.

«Se encuentran organizados por Departamentos o áreas de trabajo, como Procesos Técnicos, que describe y clasifica la papelería antes de ser asentada en el Depósito; el Área de Conservación y Restauración, donde se resanan las lastimaduras que el paso del tiempo y los agentes biológicos dejan y el Departamento de Utilización que –como su nombre lo indica- se encarga de brindar los servicios a quienes demanden datos o acceder a algún original en particular».

Nelly León Rodríguez, Responsable de  la Sala de Utilización, explica que una vez vencida su utilidad en los organismos, se lleva a cabo la transferencia de los documentos hacia el Archivo, donde experimentan un proceso técnico y  restaurador –en el caso de los muy deteriorados- para después de su clasificación,  ser incorporados al caudal allí existente en forma de legajos y expedientes.

«Aquí conservamos –señala Marta Margarita-  3 127 metros lineales de documentos, algo así como más de tres kilómetros, una cantidad considerable que sigue incrementándose constantemente. Tratamos de mantener las condiciones ambientales requeridas y la lucha contra la humedad».

En el Archivo Provincial de Camagüey se conservan más de tres mil 127 metros lineales de documentos. (Foto: Gualveris Rosales Sánchez).El Archivo Provincial de Camagüey  posee miles de documentos con extraordinarios valores patrimoniales, como el Acto Judicial realizado por Ignacio Agramonte y Loynaz ante un Escribano en septiembre de 1868, materializado en un otorgamiento de bienes – entre ellos algunos Almacenes- antes de incorporarse a las luchas contra el dominio español.

«En el Fondo de Protocolos Notariales –agrega Nelly- hay pliegos que atestiguan el acto liberador de las cadenas de la servidumbre a varios esclavos de su posesión por Joaquín de Agüero, en una acción que –llevada a cabo en 1840- precedió a la asumida por Carlos Manuel de Céspedes 28 años después.»

El más antiguo de todos

La Villa de Santa María del Puerto del Príncipe fue incendiada varias veces por las hordas de corsarios y  piratas que solían asaltarla. De nada les valió a sus fundadores, trasladarla de su original asentamiento en la costa norte del territorio, hasta la zona mediterránea que actualmente ocupa, para protegerla de tales peligros.

Es por ello que de aquellos tiempos fundacionales, remontados a la primera mitad del siglo XV, no se conserven escrituras ni datos en específico que aludan a esa época ni al siglo XVI. De hecho, el manuscrito  más antiguo en poder de los principeños de hoy –celosamente guardado en el Archivo- proceda del siglo XVII.

Otro de los valiosos documentos atesorados en el Archivo es el certificado de origen de la familia Agramonte. (Foto: Gualveris Rosales Sánchez).»Se trata –ilustra Nelly- de un Protocolo Notarial del Escribano del Cabildo, Silvestre de Balboa Troya y Quesada –canario asentado en Puerto Príncipe- de cuya inspiración surgió la primera obra literaria escrita en Cuba: su poema épico «Espejo de Paciencia».Con su nueva estructura, desde hace 40 años y cada cuatro de noviembre, se arriba a un nuevo aniversario del Archivo Provincial de Camagüey, coincidente en fecha con un acontecimiento histórico: el Alzamiento de las Clavellinas, protagonizado después de 25 días del levantamiento de La Demajagua y que inició el movimiento independentista insurreccional en territorio camagüeyano.

La fértil actividad de sus especialistas, permitió la creación de una red que abarca a todos los municipios.

«Desde el punto de vista social nosotros también salvaguardamos documentos de gran interés para la ciudadanía que concurre a nuestra dependencia, para pedir copias de certificaciones de sentencias de divorcio, matrimonios y causas judiciales, entre muchas otras» – informa Marta Margarita quien ensalza la comprensión de aquellos organismos e instituciones que acopian y envían sus valiosos materiales al Archivo…» nunca se sabe –explica- cuál de ellos puede tener una trascendencia histórica con el paso del tiempo».

La gestión anónima de estos consagrados profesionales, se recompensa con la obra investigativa de quienes demandan sus servicios, plasmada después en libros o en estudios de extraordinaria validez para el rescate de pasajes significativos donde el Camagüey ha dejado su huella O con el agradecimiento de aquellos residentes precisados de una referencia indispensable para un cometido personal.

En todos los casos, la existencia del Archivo Provincial y de sus similares en los municipios agramontinos, resulta valiosa e insustituible.

Autor: Yolanda Ferrera Sosa / Radio Cadena Agramonte

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Apuntes de la historia camagüeyana

La sublevación principeña del 24 de agosto de 1729 es poco conocida. Hela aquí. Juan del Hoyo Solórzano, valiente y capaz marino, fue nombrado gobernador de Santiago de Cuba en reconocimiento una actitud heroica.Por envidia, fue acusado de un falso delito de robo y ordenada su detención. Se refugió en Puerto Príncipe, donde se le recibió como gobernador que era.Sus perseguidores llegaron también, y el gobernador proclamó su inocencia ante los principeños.

Los vecinos de la villa no solo le creyeron, sino que se enfrentaron a los soldados. Tras desigual lucha, el ejército penetró en el Ayuntamiento y capturó a los sublevados. Cuatro esclavos participantes fueron ahorcados. A los demás involucrados se les embargaron los bienes y fueron deportados a España. En 1733 fueron indultados los que aún vivían

Sir George Keppel, conde de Albemarle, asumió el título de Capitán General de la Isla de Cuba luego de la toma de La Habana por los ingleses. Con fecha 14 de agosto de 1762 dirigió una carta al Teniente Gobernador de Puerto Príncipe, para que rindiese la plaza y se sujetase a la capitulación. La respuesta de los vecinos fue :

«Tendrá Vuestra Excelencia por la más esforzada negativa el intento de rendirse esta villa a la subordinación de Vuestra Excelencia por no ser extensiva la jurisdicción que se dice haber ganado en virtud de la capitulación practicada, como categóricamente lo participan nuestros Jefes, aseverando quedar libre esta villa y las demás poblaciones : en cuyo supuesto ponemos en la inteligencia de Vuestra Excelencia estar estos vecinos con valeroso ánimo dispuestos a rendir primero sus vidas, que el vasallaje a otro Soberano que nuestro Católico Monarca».

Se organizaron por los alcaldes dos compañías de infantería para la defensa de la población y se acopiaron bastimentos y material de guerra para oponerse en todo a la dominación inglesa. La villa estuvo en armas hasta el 6 de julio de 1763, cuando La Habana retornó a la dominación española.

Puerto Príncipe fue la primera población de la isla que se apresuró a socorrer la capital con gente armada. Se enviaron 3 compañías de milicias, de cien hombres cada una, que atacaron las fortificaciones de La Cabaña al amanecer del 22 de julio de 1762. La mayor parte sucumbió. Rendida La Habana a los ingleses, apenas pudieron regresar a sus hogares unos cien expedicionarios.

En 1817 se confirió a Puerto Príncipe el título de ciudad y el uso de escudo de armas.

En 1822 se produjo la primera represión hispana. Al proclamarse en España «comicios libres», por las calles de Puerto Príncipe se escucharon gritos de «¡Mueran los godos! ¡Viva la independencia!». Un batallón dispersó a golpes de sable a la multitud indefensa en la Plaza de Santa Ana

Francisco de Agüero Velazco (1793 – 1826), Frasquito, es considerado el primer mártir de la independencia de Cuba. Fue ahorcado en la Plaza Mayor (hoy Parque Agramonte) en 1826. Había sido delatada su presencia clandestina en la ciudad cuando buscaba apoyo para un plan de levantamiento con apoyo bolivariano. Era oficial del ejército de la Gran Colombia.

El 4 de noviembre de 1868 se levantaron en armas los camagüeyanos, secundando el levantamiento del 10 de octubre. Se iniciaba la guerra de independencia.

El 20 de julio de 1869, Ignacio Agramonte atacó la ciudad de Puerto Príncipe.

El 10 de marzo de 1901 el pueblo camagüeyano se reunió en una concentración en que reclamaba la independencia absoluta, sin la Enmienda Platt.

El 27 de noviembre de 1955, en el local de la Asociación de Estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza, fue develada —en plena dictadura batistiana— una foto de Abel Santamaría. En el acto habló Armando Hart. Fue la primera vez que en Cuba se honró públicamente a un héroe del Moncada

El 4 de enero de 1959 se produjo la entrada triunfal de Fidel Castro a la ciudad de Camagüey.

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