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miércoles, abril 24, 2024

¿Y cómo se teje el oro?

Puede que el rey Midas haya muerto por la maldición de convertirlo todo en oro. Mas hay un poder diferente en Marlene y Nancy, que cosen, tejen y hacen el oro, pero no el de Midas, sino el de verdad, el que nace de la voluntad y el amor de cumplir los sueños. “Manus Aureus” significa manos de oro en latín y nombra al proyecto que ellas conforman.

Cuando llegué a la casa de Marlene en la calle Santa Rosa, lo hice media hora antes; ella todavía limpiaba el piso con la agilidad de la gente que quiere vivir despacio. Me pidió que le cuidara el negocio y yo, con solo ideas vagas de compra-venta, me senté cerca de la puerta antigua, entre tantos tejidos, mientras me preguntaba cuánta paciencia habría que tener para fabricar todo aquello.

Luego llegó Nancy, quien traía sus instrumentos en una bolsa, junto a las blusitas que estaba haciendo en esos días, porque ella cose y teje donde y cuando sea, incluso al tiempo que da una entrevista.

“En el año 2010 este proyecto comenzó como colectivo plástico, que fue creciendo hasta convertirse en Manus Aureus, el cual ya cuenta con 12 años de fundado, aunque como proyecto comunitario quedó conformado en el 2015”, relata Marlene desde su sofá y Nancy la sigue: “Nosotros practicamos la costura, el tejido, el bordado, el parche, la pintura, el papel maché, la bisutería, utilizamos diferentes técnicas y materiales. Ahora nos encontramos insertadas dentro del proyecto Arte Plaza, de la oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey, para promover las industrias creativas”.

Los premios no han cesado, como los otorgados por el CIERIC y el más reciente galardón en el Concurso Reflejos de la III Bienal de Diseño 2022, por haber diseñado el espacio comercial con la mejor representación de tradiciones, en la tienda El Telégrafo.

“Nuestro proyecto se caracteriza por rescatar y representar tradiciones, manualidades que ya no se usan, pero que nosotros nos hemos empeñado en regresar a la actualidad, para que no se pierdan esos elementos estéticos y artísticos. También orientamos nuestro trabajo hacia la formación y capacitación de las personas en estas labores, a través de la Casa de Orientación de la Mujer y la Familia; por ejemplo, Nancy es profesora de Corte y costura y yo- se señala Marlene a sí misma- imparto clases de Tejido”.

Durante el confinamiento por la COVID-19, fueron más áureas sus manos.

“Algunas tiendas estaban cerradas; otras, desabastecidas, las personas no tenían dónde comprar objetos utilitarios simples como un pañito de cocina, unas agarraderas, nasobucos o una alfombra y ahí comenzó nuestro trabajo, en dar soluciones a los problemas económicos y sociales existentes. Como era tan complicado encontrar materiales para las manufacturas, pues utilizamos mucho los reciclados”.

Manus Aureus deja otras ganancias, que no se miden ni se venden. Nancy es jubilada y Marlene, una mujer en situación de discapacidad. Nancy pensaba que con la jubilación su vida laboral había terminado; lo mismo creyó Marlene con el accidente que le provocó una lesión medular a nivel torácico, pero ambas encontraron un camino de resiliencia y de arte hecho a mano.

La entrevista ya ha terminado, al menos la formal, pero inicia la más grata conversación, en la que Nancy vuelve a sacar su aguja y su tela y siente un alivio tremendo, como si esos minutos lejos hubieran sido interminables, ya se siente segura. Marlene también toma un carrete enorme de hilo azul y me da una clase “express” de tejido, como si yo fuera una alumna de sus cursos. Saca todos los percheros de su armario para mostrarme, orgullosa, su ropa, la que teje y viste.

Nancy me cuenta su sueño más inmediato de hacer un desfile de modas para niños y niñas. Marlene narra sus avatares en los hospitales y en su silla de ruedas, cuando nadie creía que ella volviera a caminar y “mire ahora, periodista, la recibí limpiando mi casa, eso es gracias a mi voluntad y a este proyecto, que me ha devuelto las ganas de vivir”.

Sentirse útiles y realizadas a sus más de 50 años, es el verdadero oro que les ha legado Manus Aureus. Ellas trabajan con el hilo que compran “por aquí y por allá” y entregan en sus manos, un pedacito de ellas mismas; porque para coser y tejer el oro no hace falta ser Midas, solo ser una Marlene incansable y una Nancy laboriosa, solo hace falta llevar el talento en las manos y lo áureo dejárselo al alma.

Por Legna María Caballero Pérez/ Adelante

Foto: Yoel Benítez/ Adelante