Portal Cultural de Camagüey

jueves, marzo 28, 2024

Nicolás Guillén en escultura de Martha Jiménez

“Yo quiero que respire”, se decía a sí misma Martha Jiménez mientras daba forma a la idea de una escultura al escritor Nicolás Guillén (1902-1989), finalmente develada hoy en la ciudad natal, día de su 120 cumpleaños.

La pieza representa a un caminante, a tamaño natural, en correspondencia con el gusto manifiesto del protagonista por recorrer la urbe, tal como enfatiza desde Mis queridas calles camagüeyanas, título de un poema y de crónica periodística.

“Lo vi aquí caminando. Yo tenía creo que 28 años. Tengo la imagen de cómo él pasaba muy despacito”, declaró a la prensa la reconocida autora del conjunto escultórico de la Plaza del Carmen, Premio de la Unesco.

“Un retrato es una cámara, pero yo trabajo como me sale, como yo lo vi, como yo sentí”, explica a un costado de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, cerca de la curva donde emplazaron la pieza que anda dispuesta a cruzar la calle Ignacio Agramonte.

Luego pensó en el complemento: “no lo puedo dejar sin el verso, sin la obra. Hago la composición del pergamino en la mano, la pluma en el bolsillo, la guayabera y la acción de caminar, como un movimiento sideral”.

Ese Guillén de unos 60 años de edad, etapa de creatividad literaria plena, lleva en una mano un documento con los siguientes versos de la Elegía camagüeyana:

Vengo de andar y aquí me quedo,
con mi pueblo.
Vengo con mis recuerdos,
vengo con mis heridas y mis versos.

Aunque Martha Jiménez parte de su propia memoria del intelectual ya anciano, en la crónica Camagüey, la ciudad enferma, publicada en la Revista Orbe, el 5 de febrero de 1932, el joven Nicolás Guillén contó:

“(…) A medida que la noche desciende sobre la población, se diría que ésta se frunce, se achica, hasta quedar en la yema central: Soledad, República, Plaza de las Mercedes. A estos lugares afluye la gente para discutir los sucesos de la urbe. Esa Plaza de las Mercedes es un ateneo popular donde se exponen teorías, se rebaten sistemas y hasta se fraguan revoluciones. Allí, junto a un buzón situado en las esquinas de Cisneros, nos reuníamos los literatos y poetas camagüeyanos de 1920 —Arturo Doreste, Adán Villa (muerto recientemente), César Luis de León, Menéndez Roque y este servidor— para confesarnos en secreto que la <<Sonatina>> es una bella obra de arte, o que el poeta Villaespesa le hurtara lindamente más de un soneto a Camoens…”

Al acto de entrega oficial al espacio público de la escultura asistieron autoridades políticas y gubernamentales, los participantes del XIII Coloquio y Festival Nicolás Guillén y en particular una concurrencia de vecinos que remitió al agasajo popular que de manera espontánea recibía aquí el Poeta Nacional de Cuba.

“El miedo de hoy para mí estaba cuando le quitara el velo y lo mirara. Un artista cada vez que hace algo pasa por la impresión como si hubiera tenido un hijo. Ya pasé el susto”, contó la artista atenta a todo, porque al aparte con la prensa llegaban las “Felicidades” de los espectadores y salía su pregunta “¿Te gustó?”

─Martha, destacas en tu obra a la figura popular, lo fue Guillén con toda su estatura intelectual. ¿Te propusiste algo en específico con él?

─Yo quería hacerle la mirada larga y lo logré en la cera, para mí fue la mejor pieza pero desapareció porque el calor la derrite. Guardo la foto de esa mirada larga. ¿No sé si ustedes lo ven? Era una de las cosas que quería de él.

─Cuéntanos del proceso, porque temía que no estuviera lista…

─De todas mis obras con esta tuve la tensión más grande. Problemas con la electricidad. Esos muchachos de la Fundación Caguayo en Santiago de Cuba son heroicos, sinceramente. Había que esperar más de 72 horas para que diera consecutivamente la corriente. Yo no sé cómo Guillén está ahí, porque la temperatura nunca llegó, no había corriente.

─La obra fue tuya hasta hoy. Ahora empieza a ser de las personas. A partir de la experiencia con el conjunto del Carmen, ¿qué pudiera pasar con tu Guillén?

─Ahora son opiniones, criterios. Anoche vine para ver si había pasado algún problema. Lo que más me emocionó fue que unos niños y jóvenes por allá decían “Mira a Guillén. Está Guillén”.

Martha Jiménez con la implicación de varias instituciones y entidades del territorio cumple el viejo sueño de una escultura a un hijo ilustre del Camagüey, presentado como proyecto por Rebeca Burón desde la Universidad de las Artes.

Nicolás Hernández Guillén, sobrino-nieto del Poeta Nacional de Cuba y presidente de la Fundación homónima intuye que la obra será un punto de encuentro por la Plaza de los Trabajadores, una manera cotidiana de andar junto a Guillén.

Por Yanetsy León González/Adelante

Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante