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jueves, abril 25, 2024

Mañana feliz junto a Clotilde Aguillón

«¿Quién sabe cómo hacer un conejo con un pañuelo?», preguntó Clotilde Aguillón a los niños de la Escuela Especial Ignacio Agramonte, en esta ciudad.

En seguida levantó la mano un alumno, caminó hasta ella, tomó la tela grande anaranjada y contestó: «Con magia».

Integrante del grupo Teatro Tuyo, de Las Tunas, llegó a impartir un taller de títeres, y con ese pretexto a compartir divertidas historias con valiosos consejos para todas las personas.

Además del truco con los dedos y el tejido para formar la figura, el colectivo de curiosos supo el porqué le crecieron las orejas al conejo Trapito, quien a los amigos pedía regalos de cumpleaños, y aprendió a no mentir ni ser ambicioso.

Era puro entusiasmo el patio de este centro con matrícula de 89 infantes, la mayoría con trastorno de la comunicación, y 19 en situación de discapacidad físico-motora.

Por lo general, y en muchos casos con la justificación no siempre válida de las limitaciones, los padres no los sacan de paseo, señaló a Adelante Digital la directora Gicellis Ramírez Cámbara.

En cambio, la escuela abre las puertas a instituciones cercanas, colaboradoras para la inserción social, como la estación de bomberos, la casa de cultura, el Guiñol de Camagüey y la compañía La Andariega.

De hecho, Clotilde Aguillón vino invitada al onceno Festival Teatrino, organizado por La Andariega, de referencia dentro del movimiento de artistas aficionados, y con el respaldo de la Dirección Municipal de Cultura.

Después de lo aprendido por Trapito, la fundadora del Teatro Guiñol Los Zahoríes siguió con el cuento de los cinco chivitos porfiados, para sumarvoluntarios dispuestos a interpretar al niño, el conejo, la zorra, el lobo y la abeja.

Animados por participar en cada aventura de la palabra y el gesto respondían a los estímulos de la simpática señora, aplaudían, cantaban, llamaban a Caramelo, el payaso escondido en un maletín.

Como ese personaje aseguró ser un artista circense, dispuso de otros chicos con los brazos extendidos como si fuera la cuerda floja, para poder ofrecer el número de equilibrio.

La capacidad para mantenerlos atentos evidencia sensibilidad en grado sumo y la experticia con espectadores no habituales en las salas convencionales y espacios públicos, ni enfocados por las agrupaciones como público meta.

Al terminar, Clotilde hablaría del proyecto Cantorías a lo Guillén, donde aprovecha la musicalidad de versos del Poeta Nacional de Cuba para interactuar en una escuela especial de su provincia; y de cuando dedicó seis meses a estudiar el lenguaje de señas para dirigirse a niños sordos.

A la escuela Ignacio Agramonte entran con tres años de edad a los salones de estimulación no solo en áreas comunicativas, pueden llegar a cuarto grado, aunque a los seis años reciben el diagnóstico para continuar a otros centros, excepto los que no tienen autovalidez.

El logro principal allí, insistió la directora, es la inclusión educativa en la enseñanza primaria, tanto especial como general. En función de ese objetivo laboran 40 docentes y 17 de personal de apoyo.

En el bolso negro, fuente de imaginación, Clotilde reservaba dos títeres para el relato del gallo, la zorra y la sopa de vegetales, con la moraleja de no hacer a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti.

Así fue terminando el rato de maravillas, como confirmaban los aplausos y el coro lindísimo con los timbres de la inocencia de los anfitriones, conocedores al detalle de la canción Amanecer feliz.

Interpretaron ese tema de la Tía Rosa al recibir a Clotilde, y luego al despedirla, cubana virtuosa, actriz de primer nivel, narradora oral escénica de excelencia con el adiós expresado al ritmo de otra canción:

«Pronto volveremos, nuevos cuentos contaremos y nos divertiremos».

Por Yanetsy León González/ Adelante

Foto: Yoel Benítez/ Adelante