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viernes, abril 26, 2024

Lester Vargas, el niño poeta

Tal vez parezca apresurada la presentación de Lester Vargas Hernández, quien acaba de cumplir 12 años de edad; pero hay algo en su entusiasmo literario que nos revela el privilegio de asistir al nacimiento de un poeta.

Como el más experto gemólogo, Jesús Zamora lo ha descubierto. Abrió la ostra donde vive la perla natural y, como se sabe, eso entraña siempre persistir con terquedad porque solo se encuentra una entre 10 000 intentos.

Vecinos del barrio Los Coquitos, en la ciudad de Camagüey, comenzaron con sesiones espontáneas, y en par de años de taller el progreso toca premios de concursos y asoma en el filón de lo mediático.

Enseguida llamó la atención el nombre del niño en el programa del Evento Nacional Emilio Ballagas, por la dedicatoria de su edición XXVII a la literatura infantil, y la poco usual deferencia con ellos, al menos hasta el momento.

En el Café Literario La Comarca fue el invitado a la lectura, estando como anfitriona la cándida Yunexis Nobalbo, maestra y escritora, de quien él ya leyó y evidentemente disfrutó el minilibro Nocturna (Ed. Ácana)

“Comencé a escribir a los 10 años, en el mes de octubre del 2019. Empezamos los viernes, cuando no había cuarentena”, respondió con la voz medio nerviosa, delante de un espacio lleno por familiares, autores participantes y gente curiosa.

La presencia del pequeño allí se debía a su premio en el Concurso 28 de Septiembre, diseñado por el Centro Provincial del Libro y la Literatura (CPLL), que busca cuanto pretexto tiene a la mano para motivar a los demás.

Lester ganó con la poesía Postales. Leyó un fragmento a petición de Yunexis. Volverá a mencionarse este domingo en la premiación oficial del certamen dedicado a los Comités de Defensa de la Revolución, los CDR.

POSTALES (FRAGMENTO)

En el próximo septiembre
en un nuevo aniversario
juntos por un vecindario
feliz de enero a diciembre.
En el próximo septiembre
los calderos hervirán
y los niños cantarán
junto con los cederistas
celebrando esas conquistas
que ellos mismos mantendrán.

Terminada la lectura prosiguió el diálogo. La anfitriona sugirió al invitado comentar de las formas estróficas, y ofrecer datos de su vida ante la curiosidad presentida en La Comarca.

“Ya sé la redondilla, la cuarteta, el romance y la décima. Ahora estoy aprendiendo el ovillejo”, luego me contaría de la complejidad del romance para él “porque tiene una misma rima en los versos que van rimados, y me pongo indeciso en si hacerlos octosílabos o endecasílabos”.

También probaría al público su buen hacer con versos de julio de 2020, compuestos para la segunda edición de la jornada Días de Guillén. Trajo de vuelta al camagüeyano Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba.

EL ROMANCE ANTILLANO

Por el mar de las Antillas
anda un barco de papel
y van niños en barquillas
con helado de mamey.
Van atentas las mirillas
que quieren sueños cazar
usan trampas de cosquilla;
bombas de mucho te quiero…
Son una alegre pandilla,
cuídate de sus ataques
de felicidad amarilla.
Han de tener el control
cuando lleguen a la orilla.
De los hombres del mañana
son el modelo, la arcilla.

¿De dónde sacas las palabras? Le pregunté en privado, y al instante contestó: “De los libros que leo y busco palabras en los diccionarios. Así descubrí ‘abanto’ que significa aturdido, más nunca la olvidé igual que ‘invulnerabilidad’”.

Lester culmina el sexto grado en la escuela primaria José Luis Tasende, localizada en el centro de la ciudad, cerca de la Plaza de los Trabajadores. Desde ya genera expectativas para su nuevo ciclo escolar.

“Un amigo me dice que en la secundaria me enseñan la métrica. La métrica fue una de las primeras cosas que aprendí”, he ahí una de las zonas de cuidado para el guía intelectual no sea que sus ventajas lo desmotiven del curso general.

“Me cuesta trabajo buscarle ritmo a algunas palabras como ‘libro’, pero voy al diccionario de rimas que me pasó El Profesor. Antes lo usaba más a menudo porque no me sabía muchas palabras”, prosiguió.

Como un bombillo luminoso por la alegría de contar sus hallazgos recordó el término “’latinoamericanismo’ para un poema a José Martí con rima asonante. Me bajó la motivación de las teleclases, justo cuando hablaban de Martí. No lo hice como si estuviera hablando con Martí, sino describiéndolo”.

Por Moraleja ganó el concurso del CPLL enfocado al Héroe Nacional de Cuba. De la propia institución conquistó el más antiguo lauro, denominado Meñique. Lo hizo con Hechiceras, a partir de dos versos de Evelin Queipo: “Las brujas bailan alegres/ y las escobas en coro…”

HECHICERAS

Alegres bailan las brujas
y las escobas en coro
quieren proteger el oro
de su fiesta de burbujas.
Cosen con viejas agujas
la plata de sus alcobas
y entre insinuaciones bobas
se ríen como si fueran
murciélagos que estuvieran
subidos en sus escobas.

“Todos los libros que he leído me gustan”, y sin titubear mencionó: “Un niño llamado Chusete y ¿Quién es, quién será? de Evelin Queipo; Nocturna de Yunexis Nobalbo; La princesa Dayán y Cuentos patatos, de Niurki Pérez; Estampas entre Dos Ríos de Joaquín Riumont; y Convocatorias soñadas de Roberto Machado, sé que este se escribió en Guáimaro”.

Todavía estaba junto a Yunexis cuando recibió una interrogante del público acerca del asesor, las reglas y el tiempo para el juego y la escritura: “Sinceramente él no me pone horarios, me da toda la libertad”.

Luego, en nuestro aparte, le pedí un retrato de Zamora con un verso: “Eres distinto a los demás. Tiene siete sílabas pero por la ley del acento final se cuentan ocho”.

Además me contó del poema compuesto para El Profesor, así en mayúsculas como se percibe la admiración y la gratitud en alguien de tan corta edad, tierra fértil donde se cultiva y ha de recogerse de por vida lo mejor del ser humano.

“Fue para el día del cumpleaños y se lo regalé en un pirograbado. Hice la poesía de noche. Como estudio lejos, siempre me levanto a las cinco menos cuarto de la madrugada. Ese día me desperté más temprano”, precisó.

En La Comarca estaba encantado el público, y a cada minuto el niño se veía más seguro. De pronto avanzó hacia él, el escritor avileño Eduardo Pino para regalarle su cuento-libro Adonde van los pájaros.

Nervioso otra vez, Lester iba a despedirse pero abrió la carpeta donde cuida los versos, y pidió leer el último poema. Lo hizo pensando en el 25 de noviembre, quinto aniversario de la muerte de Fidel Castro:

DÉCIMA A FIDEL

Hoy Santa Ifigenia cuida
de un frondoso caguairán.
Uno que ha sido guardián
del amor y de la vida.
Él, que soportó estampidas
con mucha serenidad
Él, que se sembró libertad
quiere que su camposanto,
se extienda como un gran manto
que salve a la humanidad.

A su manera, simpática y ocurrente, aconsejó a los de su edad: “Que no dejen de escribir porque es muy bonito, que no solo lo tomen para cuando no tengan algo que hacer, sino que busquen el tiempo. Que lean bastante”.

Eso, como me explicó después, no implica renunciar a otras maneras de divertirse. Sigue jugando cartas y dominó con los vecinos de la casa de la abuela. “Empecé a entrenar boxeo. Me gusta el fútbol y el ajedrez aunque en esto no sea muy bueno”.

Retomando el asunto de la invitación a la lectura, fue especialmente aplaudido por las redes sociales el audiovisual publicado por el CPLL en Facebook, a través del cual Lester promueve Sonatina, de Rubén Darío.

Como insistió Yunexis aquella tarde en La Comarca es fundamental para un escritor “tener quien te escuche, quien te acompañe en tu camino”; y justo ahí está una clave del andar por una senda más segura mientras mejor orientada.

“Mi tío es repentista y sale en el programa de la televisión Palmas y Cañas. Se llama Jorge Luis Hernández García, ‘Pompillo’. Dice que voy a ser su heredero”, dijo e imaginé una linda sonrisa escondida por el nasobuco. Luego habló de otras semillas de su talento.

“A veces me pongo demasiado nervioso pero me gusta recitar, desde que estaba en preescolar. Desde chiquito me sé El árbol que está caído, y Yo soy guajiro y nací. Son décimas que escuché a mi abuela materna Jacinta Valentina García Arias, y mi bisabuela paterna Isabel Fernández”.

En cambio, se debe a Jesús Zamora el cauce de su creatividad. Lester cumplió 12 años el pasado 11 de septiembre, y ya está “pensando imprimir y ‘presillar’ mis poemas como si fuera un libro. Tengo alrededor de 11 o 12”.

Después de escuchar y ver, reafirmo las primeras líneas de este texto. Una perla en una ostra puede tardar una década en formarse. Deseamos, como en la alta joyería, que la intensidad de su luz de poeta irradie con elegancia y pureza, esa lealtad que advertimos en este maravilloso principio de su carrera literaria.

Por Yanetsy León González/Adelante

Foto: Leandro Pérez Pérez/Adelante