Portal Cultural de Camagüey

domingo, octubre 06, 2024

Las fauces, Mazorra y yo

El primer recuerdo que tengo de Lourdes María Mazorra López es el de una aspirante a periodista que me desafiaba en el teatro Principal de Camagüey con su terquedad de entrevistar a Carlos Varela. Y eso hizo aquella muchachita de primer año con unas ganas enormes de probarse a sí misma.

Todavía no me explico por qué, gratis, entre su intensidad y la mía se produjo un corto circuito; fluía algo así como una sensación de enemistad o antipatía profesional por lo que yo simbolizaba del periódico Adelante. Lo confirmé años después en su trabajo de diploma, enfocado a las representaciones del periodista cultural en Camagüey, a lo que se aspira y se espera de nosotros. Entendí sus razones, pero no me sentí del todo retratada en aquel informe.

Lourdes no me conocía, no me podía comprender; sin embargo, eso cambió radical el instante en que nació nuestra amistad, un instante impreciso pero localizado con certeza en una zona de afectos, proyectos, riesgos, obras. Confluimos en constantes viajes de ida y vuelta por el audiovisual, con sentidos en común de la imagen, la construcción de realidades, la comunicación, la búsqueda de la verdad como actitud de vida.

Ustedes se preguntarán qué tiene que ver todo esto con su libro. Para mí sí, porque aprecio en Las fauces el resultado hermoso y desgarrador de sus descubrimientos y padecimientos, de la irreverencia intelectual dicha con honestidad, de su postura ética, del activismo con profundidad y lupa de género.

Siempre la he visto con libros. En el texto da lustre al sedimento cultural de sus lecturas, a la meticulosidad con las estructuras por un sentido estético y en la forja de una poética propia. Me detengo en este punto porque en ella no destiñe la voluntad y la capacidad para ser dialogante, para decir aunque duela.

Las fauces contiene ocho relatos. Es su primer libro publicado, afortunadamente por Ediciones La Luz, una editorial que muchos anhelan. Lourdes entró por la puerta de La Luz como ganadora del Premio Celestino de Cuento 2019, lo cual habla de su destreza narrativa, de la potencia de su discurso y de la exquisitez de su técnica.

Las tres virtudes que acabo de mencionar también son muestra evidente de su paso por el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso que le ha dado otros colores a la narrativa cubana de estos tiempos.

Por Yanetsy León González/Adelante

Foto: Cortesía de la AHS