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miércoles, febrero 19, 2025

Bárbara Suárez Ávalos, desde la sorpresa

Bárbara Suárez Ávalos, o mejor dicho, Baby Progreso, como le llaman sus cercanos, sorprendió a todos en el homenaje que le rindió la XVIII Feria de Jóvenes Creadores Golpe a Golpe. La periodista confesó que, de niña, soñaba con ser bailarina flamenca. Nunca se imaginó en un escenario con peineta y castañuelas, pero la vida le tenía preparada otra danza: una coreografía entre pasiones, giros inesperados y el compromiso con las historias de su tierra.

El encuentro denominado Estrechando Espacio fue a lo profundo de quien es Premio Provincial por la Obra de la Vida Rolando Ramírez 2022. Ella empezó en el periódico Adelante, pero en 1984, a los dos años de graduada, tuvo que cambiar el rumbo hacia Radio Cadena Agramonte, luego estuvo 15 años en la Agencia Cubana de Noticias (antigua Agencia de Información Nacional) y desde el 2000 es corresponsal de Radio Progreso en Camagüey.

Creció en Senado, Minas, con el olor del melao impregnando el aire. Ese olor, dijo, se quedó con ella como una metáfora de su raíz y su esencia. “Ahí aprendí lo que significa estar conectado con el suelo que te sostiene, con la gente que trabaja y produce, con las historias que merecen ser contadas”, explicó.

En su infancia, junto a su perrita Laica, con quien escapaba al arroyo cercano, aprendió lo que significaba la libertad y la conexión con la vida simple. Esa conexión temprana con los animales marcó su vida y su manera de entender la empatía y el cuidado hacia todas las criaturas. Quizá por eso su periodismo siempre ha tenido un toque humano, una mezcla de sensibilidad y autenticidad que muchos admiran.

Su padre, un hombre de oficio en el central azucarero Noel Fernández, le enseñó el valor del trabajo duro. Su madre, dedicada a cuidar de la familia, le inculcó la sensibilidad y la empatía, virtudes que han nutrido su visión como profesional. Pero quizá su mayor cómplice ha sido su hermana. “Ella y yo éramos (somos) inseparables”.

Entre risas, recordó el día que su boleta universitaria decía “Química” en lugar de Periodismo. “¡Casi me muero!”, contó entre carcajadas. Pero el destino la llevó a las redacciones, primero en el periódico Adelante y luego, por una casualidad, a la radio. “La radio me enamoró”, confesó, reconociendo que este medio es su refugio, donde su voz crea puentes invisibles pero poderosos.

Y es que, para ella, el periodismo es un privilegio: “Puedes hablar con un gran artista como Carlos Acosta o Aurora Bosch, pero también con un obrero agrícola en Camalote. Ambos tienen algo que enseñarnos”. En sus palabras hay una profunda admiración por las historias cotidianas, esas que construyen la verdadera narrativa de un país.

En efecto, su vida ha sido una mezcla de elementos que podría haber aprendido en esas clases de Química que temía. Pero en lugar de experimentos con tubos de ensayo, Baby ha combinado pasión, humanidad y compromiso para crear algo especial: una carrera que pone corazón a cada historia, un legado que inspira.

En uno de los momentos más sorprendentes del homenaje, compartió su experiencia en Vietnam, un viaje que, según ella, marcó un antes y un después en su visión del mundo. “Ver la resiliencia de un pueblo que transformó el dolor en fortaleza fue una lección inolvidable”, comentó.

Por eso, la radio se ha convertido en más que un medio de trabajo; en su manera de conectar con el mundo. Para Baby, la radio es un espacio íntimo y poderoso, donde las voces cuentan tanto como las palabras. “La radio tiene algo mágico: aunque no te vean, sienten que estás ahí, compartiendo su momento”.

Para alguien como ella, cuyo archivo es su memoria viva, el dilema de la preservación adquiere un significado especial. Como corresponsal de Radio Progreso, una emisora nacional que no le proporciona oficina, su hogar ha sido su espacio de trabajo y su archivo, un lugar donde los documentos, grabaciones y notas se entremezclan con los recuerdos personales. “Mi oficina es mi casa”.

Otro tema que abordó con sinceridad fue la relación con su voz, ese instrumento que se convierte en la carta de presentación de cualquier periodista radial.

“Al principio no me gustaba cómo sonaba”, y recordó las críticas sobre su dicción en los inicios de su carrera. Pero con el tiempo aprendió a moldear su voz, a hacerla suya, hasta convertirla en un medio poderoso para transmitir emociones e historias. También habló de las voces que admira en sus colegas, esas que considera “icónicas” por su calidez, precisión y capacidad de conectar con los oyentes. “La voz es un puente”, afirmó, “y cada día intento que el mío sea lo más fuerte posible”.

En Bárbara Suárez Ávalos descubrimos una voz que no solo cuenta historias, sino que también las vive, las respira, y las transforma en arte. Por eso, el homenaje concluyó con un reconocimiento merecido y una invitación a no abandonar la música ni la danza. “Porque la vida es eso también, una fiesta que hay que saber bailar”, dijo alguien del público, arrancando aplausos.

El evento también contó con un reconocimiento especial por parte del director de la institución cultural provincial, Golpe a Golpe, Yunielkis Naranjo Guerra. Las flores adornaban el ambiente, como una trampa dulce que atrapaba las miradas. Baby, siempre modesta, sonreía y agradecía con un carácter que la define. “Estas flores no son solo para mí, son para todos los que me han acompañado en este camino”, dijo, recibiendo los aplausos de una audiencia emocionada.

El cierre fue marcado por la música de Yicel Acosta, un toque final que capturó la esencia de la celebración. La música siempre la ha acompañado, como el flamenco que soñó bailar de niña. Hoy celebra con la certeza de que vale la pena cada sacrificio, cada desvelo, para dejar claro que su pasión sigue intacta: “Y todo esto se hace por y para la gente, porque sus historias merecen ser contadas”.

Por Yanetsy León González/Adelante

Foto: Humberto Cid González /Radio Cadena Agramonte