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miércoles, abril 24, 2024

Yaíma Sáez, fuerza y caricia

A telón cerrado comenzó a capela. Perdóname Conciencia… El público recibió aquella voz con larguísimo aplauso. La inconfundible Yaíma Sáez estaba allí. Una camagüeyana amantísima de las notas íntimas donde solo el amor y la alegría, el dolor y la ilusión se ven con los colores de la música.

Estaba en el Teatro Principal, sobre un escenario entrañable, al que trata de volver cada vez que la invitan, y también cada vez que puede por las peticiones como estrella de la gran escena, aunque además toque con su brillo espacios de la nocturnidad de La Habana.

Yaíma Sáez trabaja en su tercer disco con la EGREM dedicado a duetos, con la producción musical del coterráneo César López. También anda apasionada en un proyecto con la Orquesta Sinfónica de Barcelona para traer a Cuba, con repertorio de Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona y Rodrigo Prats.

El concierto aquí no estaba previsto, pero quedaba la resonancia de la llama prendida al reaparecer a inicios del mes justo por la Semana de la Cultura Camagüeyana. Salió acompañada por la compañía folclórica Camagua.

Luego se supo del regreso a la provincia, por la invitación a festividades en Nuevitas. De posibilidad remota de interacción con un grupo en la Casa de la Trova soñó más cuando le dijeron que pensara en el “Principal”. Desde la capital invitó a amigos y jóvenes músicos, tejió un repertorio con la complicidad de Liudmila Pardillo, el sexteto tradicional Son Iré y los dúos Novarte, Voces y Confluencias.

Porque el pueblo cubano necesita de esos atrevimientos, corrió la voz y fue la prioridad en planes de familia una tarde dominical. El teatro estaba lleno el 27 de febrero. Día inolvidable por las emociones de cada canción, por las vibraciones entre el público y ella, por la empatía del elenco. También lo pueden confirmar oyentes de Radio Taíno.

Ya cuando la anfitriona se despedía, cedió a la petición hecha a coro de ofrecer La Mazucamba, su hit de por vida, su carta de triunfo por saber escuchar la sugerencia del maestro Luis Carbonell. Con un ritmo bien tropical, movidísimo, culminó el espectáculo dirigido por Fernando Medrano.

Si se aplicara una encuesta, el ciento por ciento confesaría que no deseaba la terminación de aquellas cerca de dos horas de encantamiento por las letras antológicas, por las interpretaciones viscerales, por el sentimiento desbordado, por la maravillosa voz de Yaíma Sáez, toda fuerza y caricia, tempestad y arrullo.

Por Yanetsy León González/Adelante

Foto: Alejandro Rodríguez Leiva/Adelante